Aprendizaje de vida
Aun cuando se trate de una coproducción con nuestro país y más allá del marco de los festivales, poco y nada se conoce del cine ecuatoriano, que hace una década tuviera su primera resurrección con la violenta Ratas, ratones y rateros, exhibida en una edición de Mar del Plata. Feriado, a diferencia de aquella, narra hechos particulares con un contexto político y social inestable como fue el de la bancarrota bancaria de 1999 y la correspondiente alza del dólar. Pero el director debutante Diego Araujo estimula mucho más un paisaje privado, un rito de iniciación, un descubrimiento sexual, que tiene como centro al adolescente Juampi, perteneciente a una familia de clase social acomodada en lo económico y corrupta debido a sus decisiones al margen de la ley. En oposición, otro sector social, encarnado por Juano, primitivo y de rostros cetrinos y aindiados, con la imponencia del paisaje bucólico y realista, dilema que asombra y fortalece al tímido Juampi, un joven de pocas palabras y de andar balbuceante.
Feriado describe esos dos estratos sociales contrastantes, recurriendo a un tono leve y sin demasiado vuelo, donde el choque de clases se impone a la trama central, ya vista en muchas películas donde se narra la iniciación sexual de un adolescente. La decisión del director por oponer la aridez de un territorio a la corrupción de una familia de clase alta, deja ver las entrelíneas de un argumento aferrado a la contemplación del paisaje y a la mirada de Juampi, para quien todo aquello que lo rodea será nuevo y original, tanto el descubrimiento de un nuevo mundo como el de su propia sexualidad, que poco a poco lo acercará definitivamente a su objeto de deseo.