La coproducción paraguaya argentina de Mario Verón
Lo que podría haber sido un intimista relato de observación de campesinos en la selva misionera, se transforma en una épica historia de superación de un niño y su caballo.
Mario Verón convivió tres meses con campesinos en la selva misionera. Allí creó un vínculo con ellos y se adentró de los eternos conflictos con la empresa Alto Parana S.A. que tiene un gran porcentaje de derechos de explotación sobre la tierra. Las pueblos originarios viven batallando por el terreno mientras sobreviven con un arduo trabajo rural que desempeñan día a día.
De las historias escuchadas Mario se interesó por la de Fidel, un chico oriundo de Paraguay que viajó a Misiones, Argentina, para conseguir trabajo y enviarle dinero a su madre. Allí el niño corre carreras improvisadas de caballo, con un animal apodado “El Che”, y con la camiseta de Maradona. Este relato funciona de extracto de la otra gran historia de supervivencia.
Hablada casi íntegramente en guaraní, la película tiene una primera parte con formato de leyenda. La fogata en la noche sirve de marco para narrar las hazañas del pasado de Fidel con el Che, hasta que el caballo se accidenta gravemente. En vez de matarlo, Fidel y los adultos cuidadores con quienes vive, lo sanan con la esperanza de que vuelva correr. El animal también es un sobreviviente.
La segunda parte se centra en Fidel, su relación con otros niños, su rutina laboral, y su regreso accidentado a las carreras. Del mismo modo que los revolucionarios que inmortalizaron los nombres, Fidel y el Che se reconocen en la grandeza de sus actos.
Fidel niño valiente (2021) cuenta esta historia y desliza detrás de ella los temas que preocupan: La tierra y el desmonte en manos de multinacionales, el trabajo infantil y la pobreza extrema. Sin Juzgar ni subrayar situaciones, Verón expone los conflictos y deja que el espectador saque sus propias conclusiones en una película dura, necesaria, pero extrañamente esperanzadora.