El raspaje de la olla de la comedia
Si “Fiesta de Navidad en la oficina” es la medida para medir la comedia moderna, Judd Apatow puede considerarse a la altura de Frank Capra. Pero veamos mejor los ingredientes para la preparación del cóctel:
- Una fiesta que se descontrola y en la que confluyen personajes de todo pelaje, incluyendo algún famoso y hasta animales.
- Chistes visuales del estilo... lata de gaseosa que estalla en la cara o sujeto que se golpea la cabeza al caer desde lo alto.
- Chistes verbales del estilo... grito de “¡fuck you!” en la cara de una niña.
- Tipo serio que por accidente se sumerge en una nube de cocaína. Una prostituta y su jefa mafiosa fuera de control.
- Gags de otras películas copiados y pegados, al punto de transmitir la sensación de que todo lo que ocurre en la pantalla ya lo vimos. Y más de una vez.
La enumeración podría seguir y seguir. Pero no dejemos de consignar la venta en la campaña de promoción -omnipresente en medios y redes sociales- de Jennifer Aniston como protagonista, cuando el suyo no pasa de un rol de reparto.
“Fiesta de Navidad en la oficina” es un desperdicio de excelentes comediantes (TJ Miller, la espléndida Kate McKinnon, Rob Corddry, Jillian Bell, Vanessa Bayer y siguen las firmas), varios con formación en “Saturday Night Live”. Y todo por culpa de un guión chapucero, aburrido, colmado de malos chistes sobre sexo y la inevitable arista escatológica. Más de lo mismo.
La dupla Josh Gordon-Will Speck había dirigido a Justin Bateman y a Aniston en “Papá por accidente”. Reunida, la fórmula no funcionó. Son tantos los lugares comunes acumulados que bien vale otro lugar común a modo de remate: hay películas mal hechas pero inteligentes, y hay películas bien hechas pero estúpidas. Esta es mala y estúpida.