El dinero no es todo
Como todos los años el mes de diciembre se viste de Santa Claus para empapar de espíritu navideño la humanidad y renovar la cartelera cinéfila con propuestas plagadas de mensajes con buenos augurios y próspero año nuevo. Tal es el caso de El Expreso Polar (The Polar Express, 2004), donde Tom Hanks se convierte en caricatura y comanda un extraño tren con destino a la casa de Santa, o a Jim Carrey con un make-up impecable para interpretar el mítico Grinch que busca robarse la Navidad de los absurdamente felices Whos en El Grinch (Dr. Seuss´How The Grinh Stole Christmas, 2000). Y cómo olvidar la bella comedia romántica Realmente Amor (Love Actually, 2003), escrita y dirigida por Richard Curtis, con varios personajes que creen en la magia de la Navidad. Lo cierto es que todas estas historias remarcar cómo el espíritu navideño puede cumplir los deseos al ritmo de la canción de John Lennon “Happy Christmas, War is Over”. Sin embargo, en esta ocasión y en sintonía con los famosos Gremlins aguafiestas, llega a los cines Fiesta de Navidad en la Oficina (Office Christmas Party, 2016), una atípica comedia negra de los realizadores Josh Gordon y Will Speck donde todo parece estar débilmente hilvanado por hilos -que están a punto de cortarse- en una desorbitante empresa familiar a punto de quebrar. ¿Logrará la magia Navideña salvar la firma?
Esta atípica premisa es una buena propuesta, diferente al ritmo de los renos y las campanas cascabelescas. Vale recordar que esta dupla de realizadores, Gordon-Speck, funcionó correctamente en films como Papá por Accidente (The Switch, 2010) y Patinando a la Gloria (Blades Of Glory, 2007). Sin embargo, la co-escritura del guión de Justin Malen en conjunción a Laura Solon -Ganadora del Perrier Comedy Award en 2005 y conocida mayormente por su trabajo en la serie Laura, Ben & Him (2008) y el corto Tooty´s Wedding (2011)- está cargada de dos visiones antagónicas que parecen no terminar de encontrarse en el relato. La trama gira en torno a una empresa familiar, Zenotek, locación que no sólo resulta poco creíble artísticamente y deja cabos sin atar en materia producción, sino que reina durante el 80% del film y denota que la producción contó con poca creatividad para enfrentar el poco presupuesto del proyecto. Lo cierto es que Zenotek está a punto de quebrar y su gerente, Clay Vanstone (T.J. Miller) intenta establecer relaciones comerciales para sacar a flote la empresa y enfrentar a la CEO de la compañía, Carol Vanstone (Jennifer Aniston), su propia hermana, a quien poco le importan los deseos de sus trabajadores y le impone a su hermano un deadline para achicar números y reducir personal si no revierte en una semana la situación económica. Sus empleados se enteran la noticia y deciden ayudar a Clay, que tras consultarle a su socio y amigo Josh (Jason Bateman) decide, cual manotazo de ahogado, salvar la firma mediante una épica fiesta navideña con invitados de lujo que aporten dinero para financiarla. Nada más alejado de la dulcinea temática navideña que entretiene a los amantes de este género. ¿Podrá la economía de la firma salvarse en abrir y cerrar de ojos?
Aquí todo se sale de control y la creatividad del cerebro de la dupla se contamina por las ideas contrapuestas de sus guionistas. Por un lado se ve el intento de centrar el film en la psiquis de sus personajes (los empleados), mientras el gerente intenta hacerles pasar una nochebuena para correrlos de la vorágine negativa, y por otro, la necesidad implícita de cerrar un negocio en esa noche para que salve la empresa. Se optimizan los elementos navideños; los colores rojo, verde y blanco están presentes, pero lejos de Santa Claus y sus duendes, cual efecto camaleón, se mimetizaron con la onda Chilli Peppers (Ajíes Picantes), y la mágica nochebuena en lugar de polvo de estrellas tiene polvo de cocaína. Aquí se bifurcan estos conceptos narrativos opuestos, y la idea original del film desaparece de un plumazo. Se entremezclan subtramas entre los personajes, como amoríos de una noche de alcohol, sexo y drogas al estilo The Night Before (2015), y aparecen los efectos de esta sustancia peculiar en plena fiesta.
Irónicamente, eligieron salir de lo establecido y dar comienzo a un próspero año nuevo mediante un exceso de efectos alucinógenos que poco convence y satisface al espectador cuando los empleados intentan atentar el reglamento del departamento de Recursos Humanos. Aquí el arte y la musicalización roza la esencia de Papá por Accidente y, aunque cuenta con un guión más entretenido que el de Allan Loeb, la dupla Speck-Gordon no sorprende. Una vez más apuestan a un elenco sólido y popular con renombradas figuras a la cabeza como Jennifer Aniston y T.J. Miller –Deadpool (2016); dupla que funciona de maravillas con los pertinentes gags entre hermanos que no se llevan bien y se pasan factura en lugar de limar sus asperezas, pero que no llena y resulta indispensable nutrir -quizás por demás- de su relación con los personajes secundarios para ganar el interés del púbico. Allí aparecen entonces como parte del repertorio secundario Jason Bateman y Olivia Munn –X-Men: Apocalipsis (X-Men: Apocalypse, 2016), aportando el enfoque romántico -casi tirado de los pelos- al estilo de Realmente Amor, y Kate McKinnon, de Cazafantasmas (Ghostbusters, 2016), entre otros.
Fiesta de Navidad en la Oficina cumple con lo esperado: entretiene. Apuesta a un Clay con traje de Santa Claus que, esperanzado, intentará mover cielo y tierra para salvar la empresa de su padre. Sin embargo, se pierde la esencia de la premisa que plantea el avance y deja con ganas de más. El guión no va más allá de una simple fiesta que, a las claras, contrapone las miradas de los guionistas. Avanza en función al descontrol que allí sucede a raíz de la droga en cuestión y el desborde de alcohol toma protagonismo para llevar a sus participantes a realizar actos que podrán, o no, ser juzgado post-fiesta en función a un tema controversial: ¿La droga como diversión, apogeo, escape o solución?