Esta es nuestra crítica a una comedia que se presume alocada, pero termina siendo una aleccionadora fábula blanca.
Con solo ver el afiche del film, seguido de su avance, pensamos que el humor de Fiesta de Navidad en la Oficina va a ser transgresor, incorrecto, también hilarante, pero esto sucede solo por momentos en el film, debido a que hay varias escenas que se relacionan a la Nueva Comedia Americana, aunque finalmente termina prevaleciendo el concepto más conservador de la Navidad.
En la película, Clay (T.J. Miller) deberá salvar de la ruina a su empresa dedicada a la tecnología, debido a que su exigente hermana (Jennifer Aniston), también directora de la firma, le hace notar que las pérdidas económicas son devastadoras. Por ello le exige una solución rápida para salir del problema o, de lo contrario, tendrán que recortar el 40% del personal.
En su desesperación, Clay, junto a su amigo y mano derecha en la compañía, Josh (Jason Bateman), decidirán organizar una mega fiesta de Navidad para tratar de convencer a un cliente millonario que firme un importante contrato con ellos.
La mayor parte del film transcurrirá en la fiesta y lo que prometía ser un gran desmadre, provocador, con jóvenes en perpetuo conflicto con el orden social, culmina siendo un blanco momento navideño con moralina incluida.
Fiesta de Navidad en la Oficina es una comedia de situación, de corte televisivo, que no por mostrar alguna línea de cocaína y a personas ebrias resulta transgresora. Y menos si hablamos de sus características formales, con planos chatos y académicos de manual, en la que el gag visual brilla por su ausencia.
Fiesta de Navidad en la Oficina es un tanto engañosa, cuando se corre el velo de incorrección nos encontramos con una amable fábula en que el espíritu de las fiestas provoca la magia de la unión y el perdón. Quizá estos dos ánimos que quiere reflejar la película no compatibilizan y, si bien las actuaciones son buenas, no asume nunca el riesgo que promete en su premisa.