Relaciones quebradas
El paisaje serrano promete paz, pero cuando las relaciones están quebradas siempre asoma la guerra. Carla llega de Capital a visitar a Martina en medio de la calma chicha de Villa Carlos Paz, pero lo que recibe está lejos de ser una bienvenida. Nunca se explica si Carla es mamá de Martina, pero es evidente que lo es. Ambas atraviesan la angustia de la pérdida del supuesto papá de Martina y cada una lo vive a su manera. Martina elige descargar tensiones tocando la batería, fumando porro, haciendo nada todo el día y teniendo sexo fuerte con un tipo violento, que además está casado y con familia. Carla toma sol, alguna que otra cerveza de más y se enfiesta con un ex y una amiga, como una suerte de antídoto ante la infelicidad. El director Moroco Colman hizo foco en esas soledades, con más sugerencias que apuntes explicativos y retrató como pocos ese vínculo ambiguo madre-hija con tanto odio expuesto como amor impuesto. Y también se animó a mostrar la crudeza de ciertas relaciones, y lo hizo incluso con una escena de sexo explícito tan riesgosa como necesaria. Hay pocas cosas que pueden cambiar de cuajo en un fin de semana. En las películas pochocleras en dos días todo se soluciona. Por suerte, en esta historia, la realidad sin tapujos se apodera de la pantalla.