Ocho (Juan Barberini), un argentino que vive en Nueva York (el guionista y director Lucio Castro, egresado del CIC, también está radicado en la Gran Manzana), y Javi (Ramon Pujol), un español afincado en Berlín, se conocen en Barcelona y tienen un apasionado romance durante una intensa jornada.
Hasta aquí Fin de siglo no es más (ni menos) que una historia de amor gay con una ciudad bella, friendly y cosmopolita de fondo e inevitables ecos de Antes del amanecer, de Richard Linklater (esta última en versión heterosexual, claro).
Sin embargo, la ópera prima de Castro va más allá y se arriesga con una estructura dominada por saltos temporales (al principio cuesta un poco desentrañarlos) con distintas épocas, facetas y situaciones de estos dos personajes que le confieren al film un tono entre épico y fantástico.
Con mucha libertad (tanto narrativa como en la descripción íntima de sus protagonistas), Castro trasciende lo que ya era un atrapante retrato sobre cuestiones como la sexualidad, la estabilidad y la pérdida de deseo en la pareja y la paternidad entre los gays para convertirse en una exploración que abarca dos décadas, dos universos personales que se cruzan y dos personajes con sus dilemas, contradicciones, traumas y encantos. Una grata y bienvenida sorpresa.