Finalmente estamos en el cierre de una etapa del universo DC, donde el estudio parece estar decidido (con James Gunn a la cabeza del cambio) a revitalizar sus productos y alinearlos de forma de recuperar terreno y público, elementos que vienen siendo esquivos y a que deben ser atendidos, si queremos que la contraparte de Marvel siga en camino. Dentro de ese concierto, «Flash» es el botón de reinicio. O algo parecido.
Las películas de superhéroes vienen sucediendose hace ya muchos años y ese recorrido ya ofreció varios intérpretes para mismos roles, por los que los dos gigantes de la industria han decidido activar los botones de «multiversos» para de esa forma dinamitar lo establecido y poder plantear nuevas historias con nuevos planteles.
«Flash» de Andy Muschetti es la elegida para poner punto final a un puñado de títulos de DC que oscilan entre aceptables («Wonder Woman», «Man of Steel») y de regulares para abajo («Black Adam», «Shazam»). Si bien es cierto que formalmente todo terminará para esta atapa con la nueva de Aquaman a fin de este año, los hechos en este título abren la posibilidad de explorar y reconstruir un nuevo universo, a la medida de lo que el estudio espera.
Dicho todo esto, debe decirse que «Flash» es un film aceptable, divertido, bien resuelto desde lo narrativo y sólido en las actuaciones. Sus lados flacos están centrados en el CGI de la cinta, que se encuentra por debajo de lo esperable y que enturbia el cierre del film, aunque no lo suficiente para apagar la correcta experiencia cinematográfica vivida.
Conocemos ya a Flash (Ezra Miller) por su participación en títulos anteriores y aquí lo vemos como un adolescente jugando a ser superhéroe. No lo hace mal, pero no se siente valorado por su rol en la Liga de la Justicia. La cuestión es que accidentalmente, descubre que por su velocidad, puede transportarse en el tiempo y eso abre la posibilidad de salvar la vida de su madre, quien años atrás fuera asesinada en circunstancias extrañas. El volver al pasado crea una paradoja temporal en la cual (al igual que en «Back to the future») pueden coexistir dos versiones de sí mismo. Al retornar al momento previo al ataque, logra salvar a su madre, pero el precio que paga es muy alto.
Se encuentra varado en otro tiempo, su otro yo es un adolescente al que le cuesta ponerse en tema, y para variar, la Liga no existe como él la recuerda. Las dos versiones de Barry (gran composición del intérprete) buscan a algún héroe que los ayude y logran encontrar a Batman, quien en este universo y tiempo, es nada menos que Michael Keaton.
Este Bruce Wayne es muy carnal, está viejo y perdió el norte, pero no el fuego. Keaton es un gran actor y al calzarse la capa de vuelta nos damos cuenta que 30 años, no es nada. Así es que este power trío buscará ahora al Kar-El (Superman) para resolver una amenaza compleja que se avisa en el horizonte, pero en cambio encontrará a su prima, por lo que se ve que este espacio está trastocado y funciona diferente al que habitaba el original Barry.
Un villano que vuelve, es el que asusta a este mundo: y es nada menos que el general Zod (Michael Shanonn), quien regresa con un rol que ya diera resultados en «Batman versus Superman» (2016) y aquí viene a destruir a nuestra querida Tierra, como ya intentó en otra oportunidad. Y en otro universo, digamos.
Los dos gemelos (Barry x 2, digamos) junto a esta versión de Batman y a la Supergirl de Sasha Calle (¿dónde estará Clark Kent?) deberán detener este ataque y reestablecer cierto orden, mientras el Flash original intenta volver a su tiempo, sin cambiar demasiado lo que ya se modificó…
La peli está llena de homenajes, momentos locos (la secuencia del derrumbe del edificio con los bebés, el encuentro inicial de los dos Barry, la batalla contra Zod del final) y algo de emoción (en tono familiar y en relación con los padres del héroe). Muschetti entiende bastante de climas y ofrece una trama simple y honesta, aunque flaquea en la resolución técnica de algunos tramos que le han valido críticas duras.
Sí, tienen cierto asidero. La CGI desbarranca al final y hay ciertos desaciertos en la composición de los personajes que desfilan, ofreciendo imágenes que no está a la altura del la película. Pero no debe ser utilizado como el gran argumento para bajarle el precio a la producción. Afecta, pero el resultado final es aceptable y el público sale de sala conforme.
No es la mejor película del universo DC ni mucho menos, pero tampoco es un fiasco. Se deja ver y nos abre la puerta para un nuevo ciclo de films que seguramente, serán más interesantes que los que hemos visto. Está James Gunn al frente de la faz creativa de ese espacio así que confianza, me sobra.