La última película de Stephen Frears es una biografía homenaje a Florence Foster Jenkins, cantante lírica que llegó a dar conciertos en el Carnegie Hall de Nueva York con 76 años, a pesar de no tener tan grata voz ni manera, conviritiéndose en un fenómeno más que interesante desde la relación entre apreciación muscial, popularidad, prensa y cultura de masas.
Entretenida pero no banal, toca el tema también del crecimiento de cierta clase media ilustrada estadounidense y específicamente neoyorquina que sigue admirando a Europa post gran depresión y belle epoque, los modos italianos especialmente (su relación con Arturo Toscanini es vista como todo un capital).
Florence es Meryl Streep quien contabiliza, si no contamos mal, 58 películas, desde la primera, Julia, en 1977 y la última estrenada, Florence, en 2016. Ya se sabe que en 2018 llegará Mary Poppins returns. Por Florence, estuvo candidateada una vez más al Premio Globo de Oro 2017, en el rubro mejor actriz de Comedia-Musical, que ayer 8 de enero en Los Angeles, en la ceremonia de entrega, fue finalmente para Emma Stone, por La La Land. En cambio, recibió un reconocimiento a su trayectoria, y en las palabras que dijo cuando subió al escenario para la aceptación del mismo, se nota qué clase de artista es.
Mirá aquí lo que dijo Meryl Streep en la entrega del premio a la trayectoria en los Golden Globes 2017.
En la labor del personaje de Florence, está muy bien acompañada por Hugh Grant en el personaje de su manager y esposo, St. Clair Bayfield. Además, se luce como su pianista Cosmé McMoon, el personal Simon Helberg, muy conocido a partir de su papel de Howard Wolowitz en The Big Bang Theory.
Se destaca también la dirección de arte y el vestuario (que no exagera, al contrario, si vemos las fotos de archivo de la Florence real en sus presentaciones), y el trabajo de investigación sobre sus fuentes, que le sirvieron a Streep para hacer una imitación nada grotesca, antes bien acertada, divertida y aguda.
Un vez más, Streep construye un personaje totalmente a medida, logrando captar muy bien la piel de quien le toca representar. Físicamente, hay un trabajo compositivo sorprendente, y en cuanto a la voz, recupera cierta habilidad para cantar mal propia de quien ha estudiado canto y sabe colocar la voz y entonar mínimamente, recordando sus años de estudiante de ópera en la adolescencia, lo que le dió posibilidades también en Mamma Mia. La película fue estrenada comercialmente en 2016. Hoy se consigue, una vez más, en las otras pantallas que ofrecen las plataformas usuales para ver cine online. Vale la pena, la recomendamos ampliamente, siempre es una master class de actuación una película con esta artista.
Aquí un video de la Florence original: