La historia de la pésima cantante de ópera Florence Foster Jenkis es tan fascinante que después de la francesa Marguerite, el británico Stephen Frears vuelve a meterse con ella.
Esta suerte de comedia farsesca se vale, además, de dos intérpretes que se lo pasan bomba: la gran Meryl Streep y un inspirado Hugh Grant para inyectarle vida a la excéntrica socialité que insiste en cantar, se empeña, tiernamente, en cumplir su sueño. Con Streep como vehículo capaz de unir, entre el drama y la comedia, los múltiples matices de este relato, Frears redondea una biopic hecha desde el cariño, con alma.