Romances y estafas en una Buenos Aires de película.
No es difícil encontrar las principales fuentes de inspiración de esta película de Glenn Ficarra y John Requa: algo del Alfred Hitchcock de Tuyo es mi corazón; la saga de La gran estafa, de Steven Soderbergh, y, por qué no, la argentina Nueve reinas, pero sobre todo el cine de David Mamet y la literatura de Elmore Leonard. O sea, una combinación entre acción, robos, romances, trampas, engaños y constantes vueltas de tuerca.
En este caso, hay un atractivo extra: más de media película (toda la segunda parte) transcurre en Buenos Aires y, más allá de que esa resolución es menos satisfactoria que el arranque, ni siquiera el gobierno de Mauricio Macri podría haber imaginado un mejor institucional turístico: los guionistas y directores -confesos amantes de la ciudad- filman Caminito en La Boca o el mercado de San Telmo con la fascinación que muchos porteños han perdido. Hay incluso una escena en el aeropuerto de Ezeiza y hasta una larga toma aérea nocturna de Puerto Madero. ¿Qué más se puede pedir?
En términos estrictamente cinematográficos, tenemos una típica historia de amor entre el estafador curtido que se las sabe todas (Will Smith) y la chica hermosa y novata que finalmente no será tan ingenua como parecía (Margot Robbie, la revelación de El lobo de Wall Street, en otro convincente trabajo no exento de humor).
Como todo film de este subgénero, habrá golpes llenos de ingenio y audacia (como cuando Nicky y su equipo salen a robar en medio de una multitud que asiste a las celebraciones en Nueva Orleáns), escenas cómicas (brillante el duelo de apuestas con un millonario chino en medio de un partido de fútbol americano) y revelaciones inesperadas. El problema es que el segmento que transcurre en Buenos Aires (con una trama ligada a un fraude en el mundo de las carreras automovilísticas) no es particularmente logrado y Rodrigo Santoro tampoco resulta un antagonista de interés.
¿Más hallazgos? Una muy divertida aparición de Juan Minujín como el barman de una fiesta y los notables secundarios del veterano Gerald McRaney y de Adrian Martinez. Podrá decirse que Focus no está a la altura de Una pareja despareja, la muy audaz ópera prima de Ficarra y Requa con Jim Carrey, pero -aun con sus desniveles- resulta un entretenimiento más que digno. Y si ni siquiera eso convence siempre quedará la oportunidad única de apreciar la belleza de Buenos Aires en una producción hollywoodense.