Focus: maestros de la estafa

Crítica de Leonardo González - Río Negro

Focus: una gran estafa

Seguramente uno de los criminales con más glamour, o mejor retratado, en la historia del cine es el del estafador.

Ese personaje que tiene un ingenio tremendo, gran habilidad para la actuación, mucha oratoria, muy buen gusto y sobrada inteligencia y que usa todas esas cualidades que posee para quebrantar la ley en beneficio propio. Son carismáticos, seductores y sus historias siempre entretienen. Muchas películas dan cuenta de ello: El Golpe, La Gran Estafa, Atrápame si Puedes y Nueve Reinas (2000), son algunos de los ejemplos. Y justamente la película argentina tiene muchas similitudes con la que nos compete hoy: Focus: Maestros de la Estafa.

Nicky (Will Smith) es un experimentado estafador que conoce todos los trucos y todo lo que tiene que ver con su profesión a la perfección Es así que se da cuenta de que Jess (Margot Robbie), una joven y hermosa mujer, está tratando de engañarlo para sacarle dinero. Le sigue el juego, la expone y le da un par de consejos antes de irse. Pero a Nicky le cae muy bien y, poco a poco, acepta enseñarle el oficio y sumarla a su equipo de trabajo para realizar golpes.

A medida que va pasando el tiempo y comparte todo con ella, Nicky se siente cada vez más atraído hacia Jess. Después de realizar un golpe millonario, él decide separarse abruptamente de ella y tomar distancia. Tres años más tarde Nicky se encuentra en Buenos Aires a punto de ejecutar un plan y, cuando está a punto de hacerlo, se encuentra nuevamente con ella. Todo esto cambiará radicalmente el curso de las cosas.

¿Ahora se entiende lo de Nueve Reinas? Salvando las distancias (sexo de los personajes y relación sentimental), tenemos también aquí a un tutor y un pupilo que realizan estafas. Claro que el film argentino supera ampliamente a este largometraje que peca de no saber qué quiere contarnos. La película arranca muy bien, relatándonos las peripecias, trucos y engaños de este tipo de criminales, incluso nos muestran una gran escena de cómo se organizan y dan un golpe en Nueva Orleáns. Todo esto despierta el interés en el espectador y estas escenas de acción están muy bien filmadas, explicadas y editadas por los directores y guionistas Glenn Ficarra y John Requa, los mismos de Loco y Estúpido Amor.

El problema surge cuando la trama se traslada a Buenos Aires; dicho sea de paso, hermosas las locaciones de La Boca, Puerto Madero, Palermo y Recoleta, entre otras. Rodaron durante 16 días en nuestro país y se ve todo muy lindo. Pero toda esta "argentinidad" no alcanza para salvar a una película que no sabe qué quiere contar: ¿Una historia de amor o una historia de criminales? En todo caso, falla a la hora de mezclar las dos cosas, si se quiere. Smith y Robbie, a quien vamos a volver a ver juntos en Suicide Squad (2016), él personificando a Deadshot y ella a Harley Quinn, están bien. Nada que decirles. Robbie eclipsa la pantalla y Will sabe cómo hacer su trabajo. El problema, como se dijo, pasa por otro lado y eso es lo que atenta contra el largometraje. Es como si fuera un auto que arranca y se para, arranca y se para, arranca y se para. Termina fastidiando.

La estafa mayor pasa por querer vendernos que, como fue éxito de taquilla en EE.UU. la primera semana, el filme es bueno. Y no lo es. Es simpático que la palabra "focus" en inglés significa concentrase, enfocarse: y eso es exactamente lo que le falta a la película. Irónico, ¿no?