Ojo con la estafa
Buenos Aires luce como nunca, con glamour, y Will Smith y Margot Robbie hacen buena pareja.
Ni siquiera un publicista o asesor de imagen de Mauricio Macri hubiera podido mostrar una Buenos Aires con el glamour que el tándem Glenn Ficarra - John Requa (los mismos de Loco y estúpido amor) logra en Focus. La película, combinación de comedia con algo de thriller, e historia romántica y de estafadores pinta una ciudad colorida, limpia, sin baches. Totalmente alejada a lo que se suele mostrar, tanto sea por realizadores locales como extranjeros que vienen a filmar por aquí.
Esta vez no fue por excenciones económicas, sino porque les daba bien el look porteño.
Y hay algo de superficialidad en Focus. De que todo está hecho para ver lo de afuera, que luzca precioso, pero le estaría faltando algo de sustancioso a este plato gourmet con Will Smith y la ascendente Margot Robbie (El lobo de Wall Street).
Precisamente el foco de la película, que lo lleva en su título, tiene que ver con cómo los estafadores logran que su víctima pierda el foco, esté atento a algo para poder robarle sin que se dé cuenta, otra cosa. Nicky y Jess se conocen en Nueva York. El es un maestro en esto de estafas y robos. Se ven, se atraen, ella pasa a ser más que su aprendiz, hasta que luego de un golpe en Nueva Orleáns, él la abandona.
Tres años más tarde, mediando la película, se cruzan, sí, en Buenos Aires. El se va a hacer pasar por un ingeniero despechado que trabaja para el español Garriga (el brasileño Rodrigo Santoro), dueño de una escudería de Fórmula 1, para hacerle creer a un contrincante que puede venderle una fórmula secreta de un aditivo del combustible, que a los autos de Garriga los hace imbatibles. Y hete aquí que Jess es la novia de Garriga.
Smith parece menos locuaz y acelerado, enloquecido que en sus anteriores filmes donde se luce como comediante. Está, sí, más maduro. En esta suerte de Nueve reinas donde siempre se intuye que se está mintiendo -la reiteración, se sabe, no suma sino que disminuye el interés y la atracción- es más difícil creerle el personaje.
Todo se mueve en un ambiente top, en fiestas a todo lujo, elegante, el Faena, Recoleta, La Boca que parece de postal, con ropa chic y buenos tragos (imperdible el bartender que hace Juan Minujin). Como si no se les hubiera escapado nada -aunque vean el edificio de la última toma, y entenderán que no es tan así-, los tramposos siempre “pagan”, en el cine, y Smith y compañía no son la excepción.