A diez años de la desaparición física del genial Roberto Fontanarrosa, el “negro” para los amigos, se estrena este filme homenaje basado en cuentos y relatos de su propia autoría.
Seis relatos llevados a puerto por sendos directores, el “alma matter” del proyecto Juan Pablo Buscarini deja para si “No se si he sido claro”, quien hace la traslación de un monologo a un cortometraje en el que se despliega el cuento y no lo traiciona en su esencia Muy bien realizado, en el cual sorprende la performance de Daddy Brieva como el actor principal.
Continua en ese orden las “Semblanzas deportivas”, donde los reconocibles personajes dibujados por Fontanarrosa cobran vida y calor de la mano de Pablo Rodríguez Jáuregui, y pasión en la voz de Miguel Franchi.
Cada director hizo uso desde su propia mirada que nunca será la del lector individual, pueden tener semejanzas, por eso la mirada de Gustavo Postiglione sobre “Vidas privadas” es demasiado personal, ese entrecruzamiento entre dos ficciones y una obra de teatro, sostenidas por una realidad posible, para nada virtual, es una jugada arriesgada de la que sale bien parado, pero pierde un poco de la fuerza dramática del texto original, tampoco nada grave.
Las muy buenas actuaciones de Luis Machin y Dario Grandinetti en “Elige tu propia aventura” y “El asombrado” respectivamente, son las que le dan rienda suelta a los textos. El primero, jugado como un inofensivo perdedor por naturaleza, y el segundo, con el plus de la química que se produce entre Grandinetti y el genial Claudio Rissi.
Posiblemente el menos logrado es “Sueños de Barrio”, dirigido por Néstor Zapata, sea a causa de querer sostenerse en la simpatía y empatía que genera el actor, dejando de lado la rigurosidad narrativa del autor para establecer la ironía, a diferencia de la estupidez humana, o la locura si se quiere.
Fue el rosarino universal quien consiguió seducir, como muy pocos, humor de por medio y como vehiculo, con humildad y maestría, el sentimiento popular frente a las cinco cosas a las que pareciera reducirse la vida: el amor, la amistad, la pasión, la locura y la muerte.
El problema que se suscita en este tipo de producciones de múltiples segmentos, cuentos, responsables, no es la perdida de unicidad, acá otorgada por el autor, sino lo desparejo entre ellos en los resultados finales. Pero vale el intento, y sobre todo la intención.
A diez años de la desaparición física del genial Roberto Fontanarrosa, el “negro” para los amigos, se estrena este filme homenaje basado en cuentos y relatos de su propia autoría.
Seis relatos llevados a puerto por sendos directores, el “alma matter” del proyecto Juan Pablo Buscarini deja para si “No se si he sido claro”, quien hace la traslación de un monologo a un cortometraje en el que se despliega el cuento y no lo traiciona en su esencia Muy bien realizado, en el cual sorprende la performance de Daddy Brieva como el actor principal.
Continua en ese orden las “Semblanzas deportivas”, donde los reconocibles personajes dibujados por Fontanarrosa cobran vida y calor de la mano de Pablo Rodríguez Jáuregui, y pasión en la voz de Miguel Franchi.
Cada director hizo uso desde su propia mirada que nunca será la del lector individual, pueden tener semejanzas, por eso la mirada de Gustavo Postiglione sobre “Vidas privadas” es demasiado personal, ese entrecruzamiento entre dos ficciones y una obra de teatro, sostenidas por una realidad posible, para nada virtual, es una jugada arriesgada de la que sale bien parado, pero pierde un poco de la fuerza dramática del texto original, tampoco nada grave.
Las muy buenas actuaciones de Luis Machin y Dario Grandinetti en “Elige tu propia aventura” y “El asombrado” respectivamente, son las que le dan rienda suelta a los textos. El primero, jugado como un inofensivo perdedor por naturaleza, y el segundo, con el plus de la química que se produce entre Grandinetti y el genial Claudio Rissi.
Posiblemente el menos logrado es “Sueños de Barrio”, dirigido por Néstor Zapata, sea a causa de querer sostenerse en la simpatía y empatía que genera el actor, dejando de lado la rigurosidad narrativa del autor para establecer la ironía, a diferencia de la estupidez humana, o la locura si se quiere.
Fue el rosarino universal quien consiguió seducir, como muy pocos, humor de por medio y como vehiculo, con humildad y maestría, el sentimiento popular frente a las cinco cosas a las que pareciera reducirse la vida: el amor, la amistad, la pasión, la locura y la muerte.
El problema que se suscita en este tipo de producciones de múltiples segmentos, cuentos, responsables, no es la perdida de unicidad, acá otorgada por el autor, sino lo desparejo entre ellos en los resultados finales. Pero vale el intento, y sobre todo la intención.
A diez años de la desaparición física del genial Roberto Fontanarrosa, el “negro” para los amigos, se estrena este filme homenaje basado en cuentos y relatos de su propia autoría.
Seis relatos llevados a puerto por sendos directores, el “alma matter” del proyecto Juan Pablo Buscarini deja para si “No se si he sido claro”, quien hace la traslación de un monologo a un cortometraje en el que se despliega el cuento y no lo traiciona en su esencia Muy bien realizado, en el cual sorprende la performance de Daddy Brieva como el actor principal.
Continua en ese orden las “Semblanzas deportivas”, donde los reconocibles personajes dibujados por Fontanarrosa cobran vida y calor de la mano de Pablo Rodríguez Jáuregui, y pasión en la voz de Miguel Franchi.
Cada director hizo uso desde su propia mirada que nunca será la del lector individual, pueden tener semejanzas, por eso la mirada de Gustavo Postiglione sobre “Vidas privadas” es demasiado personal, ese entrecruzamiento entre dos ficciones y una obra de teatro, sostenidas por una realidad posible, para nada virtual, es una jugada arriesgada de la que sale bien parado, pero pierde un poco de la fuerza dramática del texto original, tampoco nada grave.
Las muy buenas actuaciones de Luis Machin y Dario Grandinetti en “Elige tu propia aventura” y “El asombrado” respectivamente, son las que le dan rienda suelta a los textos. El primero, jugado como un inofensivo perdedor por naturaleza, y el segundo, con el plus de la química que se produce entre Grandinetti y el genial Claudio Rissi.
Posiblemente el menos logrado es “Sueños de Barrio”, dirigido por Néstor Zapata, sea a causa de querer sostenerse en la simpatía y empatía que genera el actor, dejando de lado la rigurosidad narrativa del autor para establecer la ironía, a diferencia de la estupidez humana, o la locura si se quiere.
Fue el rosarino universal quien consiguió seducir, como muy pocos, humor de por medio y como vehiculo, con humildad y maestría, el sentimiento popular frente a las cinco cosas a las que pareciera reducirse la vida: el amor, la amistad, la pasión, la locura y la muerte.
El problema que se suscita en este tipo de producciones de múltiples segmentos, cuentos, responsables, no es la perdida de unicidad, acá otorgada por el autor, sino lo desparejo entre ellos en los resultados finales. Pero vale el intento, y sobre todo la intención.