El legado del Negro
“No tengo intención de trascendencia, yo quiero que la gente se ría, hacer reír, como lo hicieron conmigo Chaplin y el Negro Olmedo”, afirmaba el célebre dibujante, escritor y humorista Roberto el Negro Fontanarrosa. Varios de sus cuentos han sido trasladados a la pantalla grande, como los casos de Memoria de un wing derecho que se convirtió en Metegol (2013) , dirigida por Juan José Campanella Cuestión de principios (2009), que llegó al cine con el mismo título y contó con la dirección de Rodrigo Grande. El Negro también brindó su talento artístico a través del diseño de los personajes de los largometrajes animados Martín Fierro, la película (2007) y Boogie, el aceitoso (2009). Y diez años después de su muerte, su legado llega a los cines por medio de seis cuentos adaptados al séptimo arte que funcionan como las piezas de un rompecabezas que se ensamblan y reconstruyen las obras del ídolo popular.
Fontanarrosa, lo que se dice un ídolo (2017) es un largometraje constituido por seis cuentos del dibujante, escritor y humorista Roberto Fontanarrosa, adaptados y dirigidos por seis directores de cine rosarinos y representados por actores que dan vida a los entrañables personajes de las historias del Negro. No sé si he sido claro, dirigido por Juan Pablo Buscarini y protagonizado por Dady Brieva y Gastón Cochiarale; Vidas Privadas, a cargo de Gustavo Postiglione, con las actuaciones de Gastón Pauls, Julieta Cardinali y Jean Pierre Noher; Sueño de barrio, con la dirección de Néstor Zapata y las interpretaciones de Pablo Granados, Chiqui Abecasis y Raúl Calandra; El Asombrado, dirigido por Héctor Molina, con Dario Grandinetti, Claudio Rissi, Catherine Fulop y Mario Alarcón; Elige tu propia aventura, a cargo de Hugo Grosso y protagonizado por Luis Machín, Kate Rodriguez, Quique Pesoa e Ivana Acosta; y Semblanzas Deportivas presentado en formato animado con la dirección de Pablo Rodriguez Jauregui y la voz de Miguel Franchi.
El largometraje funciona como un rompecabezas en el que cada relato contribuye a su construcción y armonía a lo largo de su desarrollo. Aunque todos los cuentos llevan consigo el espíritu del ídolo popular y mantienen el mismo tono de humor, se presentan diferencias en cuanto a ciertas decisiones que tienen que ver con el cómo contar cada historia. Si bien en todas hay transvisualizaciones, es decir, se plasma en imágenes lo que expresa el narrador oralmente, hay casos en los que quién cuenta los acontecimientos es un personaje, como el interpretado por Dady Brieva en No sé si he sido claro, y otros en los que se combinan los discursos de los sujetos ficticios y un narrador que está por fuera del universo en el que ocurren las acciones. Cada una de estas formas depende de la búsqueda en cada circunstancia, logrando la fluidez en el conjunto.
“De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. (…) No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy muy bien por pagado cuando alguien se me acerca y me dice: “Me cagué de risa con tu libro””, opinaba el Negro. Y su búsqueda también se trasladó a la pantalla grande ya que los relatos rescatan y recrean el humor de las historias de Fontanarrosa, algunos incluso invitan a la reflexión, gracias a las precisas direcciones y destacadas actuaciones. Entre los cuentos representados sobresalen Semblanzas Deportivas, No sé si he sido claro y El Asombrado.
“Sería pretencioso de mí suponer que voy a cambiar el mundo”, expresaba Roberto Fontanarrosa. Sin embargo, el Negro logró ganarse un lugar en el corazón de cada uno de los argentinos a través de sus historias. Sus cuentos logran ser llevados al cine por medio de las seis historias que componen Fontanarrosa, lo que se dice un ídolo, en las que si bien hay pequeñas diferencias estilísticas y narrativas entre una y otra, logran constituir un dinámico largometraje que rinde el comprometido homenaje que el Negro merece.