Dibujante de sonrisas´
El universo de las historietas e historias de Roberto Fontanarrosa necesitaba ser plasmado en una pantalla grande, tras haberse hecho el intento hace varios años de adaptar algunos de sus cuentos a la pantalla chica por la TV pública, incluido Sueño de barrio, elegido en esta ocasión entre otros gracias a la iniciativa de Juan Pablo Buscarini y su convocatoria a otros directores para reunir en este film, compuesto por seis cortometrajes la esencia de lo que fuera la mística del dibujante rosarino, lamentablemente fallecido hace ya casi una década.
Como toda propuesta de carácter colectivo, los desniveles existen. Aunque debe reconocerse que de una selección variopinta, condicionada por la puesta en escena en la pantalla grande y un presupuesto no demasiado abultado, cada una de las propuestas cuentan con algún elemento atractivo ya sea desde el apartado visual como en lo referido a las actuaciones, con rostros más que conocidos y populares, entre quienes se encuentran por ejemplo Dady Brieva, Claudio Rissi, Luis Machín, Dario Grandinetti o Julieta Cardinali por citar a los más emblemáticos. Sin olvidarnos de la presencia de Gastón Pauls o Jean Pierre Noher, ambos protagonistas junto a Cardinali de Vidas privadas, sin lugar a dudas el mejor cortometraje, dirigido por el rosarino Gustavo Postiglione.
Si hay algo que destaca a este film colectivo es la riqueza de contenido y la mezcla insustituible del costumbrismo, elemento genérico que el padre de Boogie El Aceitoso (también llevado fallidamente a la animación cinematográfica hace varios años atrás) sabía desplegar en sus pequeños relatos, con excelentes remates en el tercer acto. Tampoco deja de aparecer el humor rayano con lo absurdo para generar otro tipo de vertiente, que tomó como cosmos propio el mundillo del fútbol y su folclore tradicional que en esta oportunidad llega en los segmentos animados que se intercalan entre las historias.
De la idea absurda como la del hombre que no hace sombra, en la que Dario Grandinetti se apropia de un personaje escrito a su medida, a la picardía de trasladar los legendarios libros de Elige tu propia aventura en una trama que juega con las desventuras de un hombre sediento de sexo, en la piel de Luis Machín, la marca indeleble del estilo “fontanarrosesco” se aprecia y disfruta en ese derrotero tragicómico que atraviesa a todos sus personajes, queribles, nobles e inolvidables. Tan inolvidables como sus criaturas para quienes no queda otra frase que la acuñada del perro Mendieta, ladero incondicional de Inodoro Pereira: “… que lo parió”.