Roberto Fontanarrosa era dueño de una gran habilidad para balancear el humor con la emoción y, naturalmente, con un gran sentido crítico e irónico. Pero, por encima de todo, es un narrador que consiguió la faena de tomar lo cotidiano y volverlo una historia extraordinaria, o por lo menos algo que cuando te lo cuentan no te deja indiferente, sobre todo por la manera en que te lo cuentan. Ese estilo es el que consiguieron capturar los realizadores detrás de cada uno de los cortos que componen Fontanarrosa: lo que se dice de un ídolo.
Las Partes:
No sé si he sido claro:
El primero de los cortos comienza con la historia de un encargado de club de barrio citado como testigo ante un tribunal. El hecho delictivo en cuestión involucra a uno de los socios del club, conocido en el barrio por tener un órgano sexual de inusual tamaño.
El desarrollo narrativo del corto es remate tras remate tras remate, siempre involucrando el descomunal tamaño del miembro del socio en cuestión. Entre el ritmo fluido y el uso de los eufemismos con muy cómicos resultados, hacen que la antología empiece con el pie derecho.
Mucho de esto tiene que ver con la interpretación de Dady Brieva, no solo por la manera en que entrega los diálogos sino por el lenguaje corporal que utiliza a lo largo de la narración.
Vidas Privadas:
Un matrimonio, compuesto por un empresario exitoso y su mujer, pelean en los confines de su departamento a raíz de una indiscreción cometida por esta última. Las complicaciones surgen cuando se suma a la discusión el dramaturgo que aparentemente está escribiendo sus vidas.
Lo que le otorga comicidad a este corto es el lenguaje exageradamente formal que utilizan sus protagonistas. Los chistes funcionan de un modo directo, pero estas exageraciones elegantes del habla hacen que se revalorice el remate.
Gaston Pauls, Julieta Cardinali y Jean Pierre Noher sostienen con mucha habilidad este episodio, pero si tuviésemos que contabilizar puntos, la posta se la llevan la pareja formada por los dos primeros, otorgándoles una capa extra de exageración llevando al relato a buen puerto.
Sueño de Barrio :
Una familia ––padre, madre y la muy atractiva hija–– van a una comisaria a realizar la reconstrucción de un delito sexual cometido hacia esta última en manos de un muchacho. ¿El problema? Dicho delito es en realidad solo una fantasía sexual ocurrida en un sueño.
Este es un corto que fácilmente pudo haber caído en una excusa, ya que pasa de lo lógico a lo exagerado, y hacia el desenlace duplica la apuesta hacia lo bizarro. No obstante, lo que hace que funcione es que no pierde de vista por un solo minuto el objetivo concreto: develar que fue lo que pasó… en el sueño.
Otro detalle que contribuye a su funcionamiento es la hábil actuación de Pablo Granados, toda una sorpresa. El comisario que le toca interpretar, si bien no se aleja de sus parodias en Videomatch, cuenta con suficiente carnadura para que el espectador vea al personaje que interpreta aquí en concreto y no haga asociación alguna con interpretaciones anteriores.
El Asombrado :
Un traductor descubre de un día para el otro que no puede proyectar sombra. Las complicaciones surgirán cuando una conductora de la televisión se entere de este problema y lo quiera convertir en una estrella.
Este corto si bien parece estirar mucho una premisa peculiar, y si bien consigue risas en el tratamiento mediático que involucra al personaje, el acierto recae más en cómo trabaja la comedia respecto de las asociaciones psicológicas que tiene su condición.
Desde el costado interpretativo, el humor se sostiene mucho mediante el rostro sin expresión (lo que se conoce como deadpan comedy) de Dario Grandinetti, y alcanza su potencial en las escenas que comparte con Claudio Rissi, quien da vida al psicólogo que trata al personaje.
Elige tu Propia Aventura:
Un hombre solitario en un bar debe elegir entre dos mujeres, sorteando en su cabeza los pros y los contras que cada conquista puede tener.
Cualquiera que intentó hacer una conquista se va a sentir identificado con el protagonista de este cuento, donde hace o dice lo que sea con tal de conseguir su meta. Si bien su desarrollo no es tan efectivo en comparación a los demás cortos, sí lo es el remate de sus elecciones.
La interpretación de Luis Machin es bastante efectiva a los usos del relato, sabiendo transmitir esa falsa seguridad del pseudo macho cabrío que lo es en su cabeza, pero no tanto en la realidad.
Semblanzas Deportivas:
Empezando, promediando y cerrando Fontanarrosa: lo que se dice un ídolo, tenemos tres cortos animados con el fútbol como universo principal. Los momentos más conmovedores de la antología los vamos a encontrar aquí, y si bien no parece tener a la comedia como prioridad, tampoco la deja de lado: una de las carcajadas más potentes puede que les salga durante uno de estos segmentos.
El Todo:
Si tuviera que decir un componente que une a todos los cortos, mas allá de pertenecer a un mismo autor, es que en cada uno hay -con más o menos sutileza dependiendo del corto- una necesidad muy consciente de hacer notar la puesta en escena a la hora de contar la historia, pero no sólo cinematográficamente, sino como cuando alguien le cuenta el cuento a un conocido sobre algo que le acaba de pasar.
Cada uno de los cortos consigue sumergirte en una atmósfera única que solo podría existir en esa historia o en ese punto de vista; algunos se valen de recursos teatrales y otros se valen de recursos más dignos del realismo mágico. Es precisamente este detalle el que me hace decir que esta película es un acierto. Los relatos, a nivel guion, son bastante directos, mientras que las novedades y los aportes parecen venir más de la actuación y el aspecto técnico. Es el cómo aplicaron el espíritu de Fontanarrosa a estos dos aspectos, lo que hace de esta antología algo verdaderamente disfrutable.
Conclusión:
Fontanarrosa: lo que se dice un ídolo es una antología que se prueba no solo entretenida, sino emotiva y desternillante. Una obra que guarda un enorme respeto hacia las palabras del autor, y llega a muy buen puerto de la mano de inmersivas labores técnicas y actorales.