SEMBLANZAS DEPORTIVAS
Los tres cortos de animación dirigidos por Pablo Rodriguez Jáuregui bajo el título de Semblanzas deportivas y ubicados por separado dentro del largometraje son todo lo que vale la pena recordar de este largometraje. No es que las otras historias sean todas malas –algunas lo son- sino que son estos tres cortos los que tienen la identidad suficiente como para conmover al espectador. Lo demás es una seguidilla de cuentos adaptados sin demasiada gracia y que, en muchos casos, solo nos hacen pensar en que un texto más interesante les dio vida. Corramos un manto de piedad sobre esos cortos que van de lo irrelevante a lo malo y volvamos a Semblanzas deportivas.
Jáuregui adapta el mundo de Fontanarrosa con una animación elemental, simple, idéntica a la de las historias del autor y logra con esa pureza que las historias se impongan, acompañadas por un estilo sobrio y respetuoso de su origen. Los tres protagonistas de estas semblanzas son uno héroes (o antihéroes, como se los quiera ver) tan grises como conmovedores. Desde lugares imposibles que combinan coraje, inocencia y generosidad, se imponen con sus actos y logran arrebatarle el corazón a los espectadores. Ojalá hubiera más historias así en esta película o en el cine. Con su tono inverosímil, casi fantástico, los cortos de animación son por lejos lo más humano y complejo de la película. El verdadero espíritu de Fontanarrosa y la muestra de un talento no pretencioso como el del director Pablo Rodriguez Jáuregui. Ellos deberían tener su propia película completa.