Cada uno reacciona ante una catástrofe de manera diferente, es cierto; pero hay formas y formas de reaccionar, y en esos detalles también estará la formación del carácter y personalidad de las personas.
Tomas y Ebba viajan con sus hijos en plan vacacional a los Alpes franceses. Son un matrimonio perfecto, una familia ideal, con sus rispideces como todas, pero nada importante; el momento es propicio para el puro placer de esquiar y distenderse en conjunto.
Pero sucede la situación límite, hay un alerta de avalancha, la vida se pone en riesgo porque justo ellos están en el lugar menos indicado. Ebba llama a su marido para que los socorra, pero Tomas agarra sus cosas y huye para el otro lado, individualmente.
No, no es Force Mjaeure un film catástrofe de esos por los que delira Roland Emmerich, la avalancha ni siquiera termina siendo lo anunciado. Sucede una catástrofe, pero no en el paisaje natural, sino en el seno familiar. ¿Cómo se ignora semejante actitud? ¿Es cuestionable?
El director y guionista Ruben Östlund logra crear una acumulación, una avalancha, de emociones, en el marco de lo que pareciera un film pequeño.
La primera elección correcta es su tono. Pese a lo que podría indicar su guión, Force Majeure no es (completamente) un drama; es una comedia que ajusta los tornillos de la incomodidad, que busca cierto ridículo allí donde el lugar común indicaría que debe estar el momento de llanto. Quizás no nos reiremos a carcajadas, es más, nos emocionemos, pero frente a un plano distendido y cargado de ironía.
Östlund hace uso de todos los detalles que tiene a su alcance. El punto de vista será el de la mirada curiosa, observadora desde el afuera que se inmiscuye en una intimidad familiar.
Del ambiente también sacará provecho, ese lugar gélido, inmenso, lleno de silencios y sonidos amplificados, será mucho más que una locación. Es más, la utilización del sonido también será un aporte para la incomodidad, como esos pequeños sonidos normales, de la cotidianeidad, que acá cobran una importancia desmesurada por el silencio y la incomodidad de la situación.
Tampoco serán cualquiera los intérpretes, Johannes Kuhnke y Lisa Loven Kongsli como Tomas y Ebba le sacan jugo a sus personajes, los llenan de matices, y logran una no-química extraña y a la vez intrigante.
Force Majeure interpela al espectador, no lo deja impávido; es inevitable preguntarse qué hubissse hecho uno mismo ante esa situación… y aunque de la boca para afuera lo primero que digamos es “no, yo hubiese salido a dar mi vida por mi familia”, interiormente nos preguntaremos si realmente es así.
Premiada en Cannes y enviada por Suecia a la competencia por el Oscar Extranjero, este nuevo opus de Ruben Östlund es otro de los mejores films estrenados este año. Una gran película envuelta en lo que pareciese una anécdota.