Sueños de Libertad
Fortalezas (2009) invitaba al golpe bajo, a la lágrima fácil y la caricaturización de los personajes que viven encerrados en distintos ámbitos de reclusión. Pero Tomás Lipgot y Christoph Behl los evaden con pudor y respeto y construyen un desolador fresco sobre la soledad y el aislamiento.
La cárcel, un psiquiátrico, un leprosario, un geriátrico. Espacios disímiles pero en el fondo iguales, donde se aúna la desgracia de aquellos que permanecen encerrados, atribulados por un mundo que parece olvidarse de ellos. Un grupo de adolescentes dispone de dos elementos vitales que el Estado y la sociedad les niegan: tiempo y ganas. Ellos son testigos de sus historias, los recuerdos de un mundo tan distante como hoy irreal, los deseos para una libertad que no todos anhelan.
Sin voces en off que subrayen la potencia de las imágenes, sin juzgamientos morales ni éticos (algo que podría haberse dado en el relato de los presos, de quienes ni siquiera sabemos el crimen por el pagan condena), Fortalezas apunta hacia la médula, sin ramificaciones temáticas que banalicen el encierro. Los directores afirman que la película se enamora de los personajes, y tienen razón. Como pareja en formación, ambos se escuchan con atención, la cámara no los retrata, los contempla. Los deja ser como son, sin hipocresías ni pintoresquismos que mermen la veracidad de las imágenes.
Fortalezas se toma un tiempo prudencia para mostrar sus cartas. Lipgot y Behl dejan que los personajes se construyan por sí mismos, dispositivo que rebosa eficacia y autenticidad. Más temprano que tarde, la coraza fílmica que se autoimponen cede, el alma se transparenta, la riqueza de esas criaturas se despliega y el film adquiere una enorme tonalidad de matices: conformidad con el encierro, solitarios de cuerpo por obligación y de alma por elección; odio y rencor para quienes los olvidaron allí; resignación por la irreversibilidad de su condición; ansiedad por la salida y el mundo ultrareja.
El film de Tomás Lipgot y Christoph Behl es artero en su exploración. La coartación de la libertad y la soledad, quizá dos de los peores pesares para el ser humano, son las dos caras de una misma moneda.