En un oscuro departamento de un edificio en la avenida Corrientes al 1300 viven desde hace más de cincuenta años las hermanas Escarria, tres señoras que ya ameritarían un documental sólo por su dulzura, su cotidianidad poblada de pichichos y pajaritos, su simbiosis fraternal. Pero además dos de ellas fueron el alma de uno de los estudios fotográficos que durante décadas retrató a la farándula argentina: Foto Estudio Luisita.
Por ese mismo departamento desfiló “la plana mayor”: Atahualpa Yupanqui, Alberto Olmedo, Libertad Lamarque, José Marrone, Susana Giménez, Moria Casán y muchísimos otros artistas que confiaban en el talento de Luisita para captar sus mejores perfiles. Junto a ella trabajaba su hermana Chela, “el lado oculto de la luna”, como define a su tarea: era la encargada de la iluminación y el laboratorio, además del retoque artesanal de los negativos, con los que hacía unos fotomontajes que parecen la versión kitsch de los surrealistas de Grete Stern. “Son una sola persona, todo lo hacen juntas”, define Rosita, la tercera hemana.
La cineasta Sol Miraglia conoció a Luisita de casualidad: no sólo se encontró con tres mujeres adorables, de notable contraste con los personajes que retrataban, sino también con un impresionante archivo que merecía emerger de esas prolijas cajas floreadas apiladas en los placares de las Escarria. Así, el documental -codirigido por Hugo Manso- funciona en dos direcciones: es tanto un retrato de estas tres ancianas como un rescate de la edad dorada de la revista porteña, género en el que se especializó el Foto Estudio Luisita antes de que el declive de las plumas lo llevara a trabajar para conjuntos musicales.
Hijas de un matrimonio de fotógrafos, las hermanas llegaron desde Colombia y junto a su madre lucharon contra el imperativo que consideraba a la fotografía un oficio masculino. A través de Amelita Vargas -aparece con la picardía intacta- empezaron a trabajar para el Maipo y entraron al mundillo revisteril. En clave Cinema Paradiso, la música de Guillermo Guareschi invita a la nostalgia de aquella Corrientes que nunca dormía, años de intensa actividad para Luisita y sus hermanas. Como una de ellas le dice a Miraglia mientras preparan una muestra de las fotos: “Esto es volver a vivir, nena”.