Foxcatcher

Crítica de Andrés Martín - El rincón del cinéfilo

Bennett Miller, el director de “Foxcatcher”, es casi un especialista en películas biográficas. Su corta filmografía lo avala: “Capote” (2005) se centra en la historia del caso del célebre escritor y su obra “A sangre fría”, y en “Moneyball” (2011) que se mete de lleno en la vida de Billy Beane, un reconocido manager de la liga de baseball de los Estados Unidos, producción recordada - al menos para mí - por la velocidad de los diálogos escritos por el gran Aaron Sorkin.

Siguiendo esa línea de historias verídicas, su última película (de paso exitoso por el último Festival de Cannes) también está basada en hechos reales. “Foxcatcher” narra el vínculo entre John du Pont (Steve Carrel), un magnate bastante paranoico, que contrata a dos hermanos campeones de lucha libre, Mark Schultz (Channing Tatum) y Dave Schultz (Mark Ruffalo) para promoverlos a participar de los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988. La relación entre estos transitará diferentes facetas de empatía y odio, de obsesiones, desconfianzas y traiciones. Como en toda historia con estas características la cosa terminará mal.

Tal como lo hiciera Nicole Kidman en su Virginia Woolf de “Las horas” (2002), ahora es el turno de Steve Carrel en calzarse una nariz de utilería. La actuación de Carrel está muy bien, y no por la nariz. Su actuación interpretando un “papel serio” es la típica que debe hacer un comediante en algún momento de su carrera, como ya lo han hecho Jim Carrey en “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” (2004) y Guillermo Francella en “El secreto de sus ojos” (2011), por nombrar un par de antecedentes.

Otro punto notable es la actuación de Tatum y Ruffalo. Algo que no es casualidad en las realizaciones de Miller, ya que se ha destacado por el buen manejo en la dirección de actores. Esto denota que es un director que centra sus realizaciones en los personajes, les da un lugar más que importante. Como dato curioso, sepan que varios actores protagonistas de las producciones anteriores han ganado nominaciones a distintos premios de la industria cinematográfica que, aunque no sean sinónimos de calidad, al menos representan una cierta importancia en sus carreras. Googléenlo y sabrán al respecto.

Por decirlo de alguna manera, “Foxcatcher” funciona como la contracara de “El lobo de Wall Street” (2013). Coinciden en la época (los años ’80) y en la sumisión (y la rebeldía) ante el poder del dinero, entre otras cosas. Pero en contraposición a la de Scorsese, la de Miller es desacelerada, introspectiva, cuidada y bastante contenida. Además, no narra el origen del multimillonario, sino que toma un momento en particular de su (solitaria) vida.

Es que en “Foxcatcher” todo es más intimista y reservado, y ese es justamente el tono elegido de la realización. Miller está interesado en la construcción del vínculo entre Du Pont y Mark Schultz. Esa obsesión por ambos personajes funciona como la de Du Pont hacia los hermanos Schultz, y viceversa. Hay una descomposición de esa relación que tiende hacia una decadencia sin salida que poco a poco vamos intuyendo en la película, ya que, al fin y al cabo, esta historia expone una variante deforme de las consecuencias del sueño americano.

Sin dudas, el pulso hacia la resolución final marca el ritmo de la narración. Las abundantes elipsis y los personajes de pocas palabras juegan a favor y en contra de la película. En determinados momentos es necesario que cierto punch sacuda ese tono gris y sombrío. “Foxcatcher” es una historia de lucha, pero no pega, no cachetea. Es que sus virtudes terminan erigiendo sus propios defectos. Te envuelve, te atrapa, pero no te apasiona.