Hubo un tiempo en el que creímos que Shyamalan iba a renovar el cine fantástico. No se puede negar, de todos modos, que sigue empecinado en la suya, lo que no deja de ser un mérito. Aquí narra la historia de un hombre con 23 personalidades que secuestra a tres chicas con un motivo escalofriante. Hay, además, otras dos historias: la de una de las secuestradas y la de la psiquiatra que atiende al protagonista y a todas sus personalidades. A esto se suma una apuesta al suspenso en espacio cerrado y un desenlace que tiende a lo fantástico. Shyamalan maneja bien el rompecabezas, no así el suspenso. Y todo se sostiene en que creamos en la actuación de McAvoy, lo que es en este caso discutible. Hay, también, una notable falta de tensión que pretende sustituirse por gravedad, como si la diversión sarcástica que el tema y el género proponen no le alcanzara al realizador.