El realizador de El sexto sentido, M Night Shyamalan, está de vuelta y en su mejor forma, lo cual no deja de ser una buena noticia después de una serie de películas que parecieron tapar la carrera del director clásico y prometedor, amigo del giro sorpresa final, bajo capas de desconcierto e incertidumbre. Los mensajes alegóricos de películas como La Aldea o Señales fueron lastre que pesó cada vez más en sus thrillers fantásticos, limando su inteligencia. Lastre que por suerte está ausente en Split/Fragmentado, el thriller esta vez psiquiátrico en el que el director indio se mantuvo pegado a su historia. El centro de Fragmentado es Dennis. O Barry, o Patricia, o Hedwig. Algunas de las más de veinte personalidades que habitan en el personaje que interpreta James McAvoy con entusiasmo gozoso y talento desbordante.
Split abre con una escena que asusta, el secuestro de tres chicas por parte de un sujeto que no entendemos bien de qué va. Ellas, como nosotros, van descubriendo más pronto que tarde que el tipo está chiflado, sobre todo desde que lo oyen dialogar consigo mismo. Aunque Shyamalan no se detiene demasiado en el retrato de las víctimas, entendemos que son bien distintas. Una rubia malcriada y segura de sí misma, una morocha más quedada y obediente, y una outsider, la rara del colegio, a la que temen y desprecian, la única que tiene puntos en común con el victimario, interpretada por la mitad argentina Anya Taylor-Joy, la revelación de The Witch.
Fragmentado transcurre por carriles conocidos y bastante previsibles, sobre una base absurda -¿porqué este tipo, tratado por expertos, no está internado?- que se incorpora con naturalidad y hasta con una broma mordaz hacia la psiquiatría, fascinada por sus sujetos de estudio. Inscripta en el subgénero de cautiverio en interiores laberínticos, que tantas buenos films viene regalando, parece un claro y bienvenido homenaje retro, en pro de la recuperación de la temática “psi” de Hitchcock a su discípulo Brian De Palma, como rica materia cinematográfica.
Con sus debilidades, Shyamalan consigue mantenernos atrapados en su relato como las chicas en su cárcel, y desde ahí, cuando pone quinta, llevarnos a pasear por un camino que se vuelve montaña rusa, cada vez más juguetón y desaforado. McAvoy tiene mucho que ver en lo placentero que resulta el paseo. Y es obvio que no conviene contar nada que se acerque a su desenlace: al fin y al cabo, estamos hablando del nuevo film de algo así como el precursor de la cultura no spoiler.