El regreso del giallo.
Se está viviendo un año muy prolífico en cuanto a la recuperación de ciertos subgéneros cinematográficos de los años 60 y 70. Entre ellos se encuentra el giallo, un derivado del thriller y el terror que fue muy cultivado en Italia, disfrutó de gran éxito comercial, y hasta se dio el lujo de ser precursor del cine slasher (como contamos en esta nota).
El nombre de “giallo” (amarillo en italiano) hace referencia al color de las tapas de novelas policíacas baratas editadas en la década del ´30 en el país tano, obras que son la fuente de los argumentos y los elementos formales de las películas del género.
Sin embargo, el giallo es distinto del thriller policiaco convencional ya que coloca la forma por sobre el contenido, hasta el punto de que la trama no necesita ser coherente o cohesiva. Los cineastas se preocupaban puramente por lo estilístico, mientras que el argumento era apenas una excusa.
Una ciudad de almas impuras:
La historia –aunque considerando el tipo de película es lo que menos importa– nos guía a través de un psicópata que utiliza La Divina Comedia como referente para limpiar la ciudad de almas impuras. Adicionalmente, los asesinatos parecen estar relacionados con la misteriosa desaparición de Francesca, la hija del celebrado poeta Vittorio Visconti. Un caso que quedó inconcluso quince años atrás.
Los hermanos Onetti (Luciano en la silla de director, Nicolás como productor) son dos de los más representativos cultivadores de esta nueva corriente del thriller italiano que comenzó a llamarse “neogiallo”.
Ambos habían debutado en el 2013 con su obra Sonno Profondo, película muy experimental e innegablemente inspirada en la que es considerada la obra maestra de Dario Argento: Rojo profundo.
Ahora: si uno no es un fan del género, Francesca no va a generar absolutamente nada. No cubre nuevos terrenos, no rompe moldes ni presenta un rompecabezas astuto para descubrir. Sin embargo, juzgándola desde lo visual merece todo el reconocimiento.
Francesca: un neogiallo argentino:
Todas las marcas registradas del giallo están presentes en esta extraña producción: las largas secuencias de asesinatos, las actuaciones mediocres (rozando lo patético), los intencionales baches argumentales, el punto de vista de los crímenes bajo la mirada del asesino, ¡hasta el whisky J&B! (clásica bebida que se tomaba en la época).
Todo es a propósito y muy cuidado en esta obra que se destaca por ser una representación muy fiel de aquellas películas setentosas. De hecho, si nadie te cuenta que se trata de una película estrenada en el Festival de Cine de Sitges 2015, no te das cuenta ni por casualidad que se trata de una producción contemporánea.
El resultado final está muy bien reproducido, desde la cinematografía antigua y el sonido opaco, hasta las actuaciones, la saturación del color y los lentes de la cámara. Todo remite a aquella época gloriosa del giallo. Lo que es más sorprendente es que la película fue filmada en Argentina (con actores no profesionales) pero todos los diálogos y textos que aparecen en pantalla están en italiano.
Conclusión:
Francesca es un impecable ejercicio de estilo donde la belleza no reside en el argumento sino en lo estético, un festín para los ojos que duplica a la perfección a una película de los años ´70. Todos los elementos visuales están al servicio de la historia, de forma que la película se puede considerar exitosamente como una revitalización del giallo.