Giallo Argento
Mucho más que un impecable ejercicio de estilo, capaz de construir por acumulación de detalles y guiños cinéfilos un universo propio, Francesca es una invitación irrenunciable al cine italiano de los años ’60 y ’70, pero más puntualmente a ese subgénero de culto llamado “Giallo”. Policial de ese estilo con una trama no demasiado sofisticada y un ingrediente esencial que es el terror, donde el fantasma de Darío Argento ronda en cada plano y encuadre, la trama introduce la presencia de un asesino serial, identificado por utilizar guantes rojos, dejar pasajes de la Divina Comedia a la policía, que como es habitual siempre llega tarde, además de existir un nexo con cierto pasado traumático (que por motivos obvios no pueden revelarse en esta nota.)
La familia Visconti (las referencias en cada apellido de los personajes son otro guiño de los directores al cine italiano) ha perdido a su hija Francesca, quien ya de pequeña manifestaba conductas extrañas y un desdén por la misericordia, siempre en la búsqueda del daño contra el más débil. Pasaron quince años sin saber nada sobre su paradero, mientras su padre en una silla de ruedas atiende a su madre trastornada por la pérdida. Sin embargo, un asesino comienza a sembrar un tendal de cadáveres y los policías Moretti y Succo intentarán aguar sus maquiavélicos planes. Señoras y señores, el “Giallo” está servido.
Lo primero que debe destacarse de este premiado film de la dupla conformada por Luciano y Nicolás Onetti (tuvo su paso por el BARS con gran repercusión) es su rigurosidad, tanto en lo que hace a la puesta en escena como en el respeto irrestricto por ese nostálgico subgénero, para muchos insuperable en cuanto a la calidad cinematográfica, y modo de generar climas, atmósferas y misterios para resolver con algunas vueltas de tuerca como es el caso de esta ominosa propuesta.
Cada encuadre y plano tienen un sentido no solamente estético, sino que encajan en el conjunto y en el andamiaje narrativo. Al estar enteramente hablado en italiano, uno no puede dejar de recordar otros tiempos y títulos, en especial aquellas emblemáticas películas de Darío Argento.
Por ese motivo, Francesca excede el mero recurso del exhibicionismo gratuíto de ciertos directores amantes de un género que disfrazan a veces como homenaje, para consolidarse con méritos propios como un auténtico “Giallo Argento”.