Francia

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Israel Adrián Caetano es uno de los cineastas nacionales de mayor predicamento en los últimos años, dueño de un estilo contundente con el que presenta intensas pinturas sociales, mostradas desde ángulos y temáticas diferenciadas. Su impactante debut junto a Gabriel Stagnaro con Pizza, birra, faso tuvo cierta correlación con su notable film siguiente, Bolivia, pero muy poco que ver con su formidable -aún su mejor obra-, Un oso rojo. Menos aún se pueden vincular estos títulos con su posterior Crónica de una fuga, su único pero épico acercamiento a los años de plomo. Quizás su excepcional miniserie Tumberos tenga más relación con algunos de sus largometrajes por su vibrante mirada marginal.
En el caso de Francia, su última pieza, se interna nuevamente en una búsqueda, aún más alejada de sus anteriores trabajos. Una trama que gira alrededor de una niña que es depositaria de numerosos conflictos de los adultos que ejercen su tutela, en medio de subhistorias que sobrevuelan el costumbrismo y la comedia ácida. Las vivencias de esa niña son volcadas a través de su propio y peculiar relato, observando básicamente a sus padres y ese extraño comportamiento de estar separados y al mismo tiempo estar viviendo bajo el mismo techo. La historia incluye miradas escuetas pero incisivas acerca de la violencia, tanto en el seno familiar como el escolar, junto a trazos sobre despectivas familias pudientes y dudosos tratamientos psicológicos judiciales. Un notorio riesgo artístico, sin dudas, del que Caetano no sale del todo bien parado, pero está claro que se trata de un realizador que no opta por ir a lo seguro. Cierto estatismo y falta de convicción de algunas escenas se alterna con otras muy logradas, conformando un film interesante en el que se destacan más algunos roles secundarios como los de Mónica Ayos, Daniel Valenzuela y Violeta Urtizberea, que los protagónicos.