Adrián Caetano luego de cuatro años sin rodar, presenta esta realización de bajo presupuesto con la que intenta un cine de cámara. Pocos actores, locaciones reales pero ajustadas a la historia, vestuario acorde a la clase social de los personajes y un argumento intimista.
La trama cuenta la mirada de Mariana, de 12 años, sobre las extrañas circunstancias que vive con sus padres separados sentimentalmente pero convivientes a raíz de problemas económicos por los que atraviesan. Ella tiene, quizá como consecuencia de esa situación, problemas de conducta y de aprendizaje, lo que provoca que sus progenitores tengan que concurrir con frecuencia a citaciones que les hacen las maestras y psicopedagogas de la niña. A esos conflictos se suma que el padre es un hombre golpeador y su madre no termina de resignarse a su tarea de empleada doméstica.
Al comenzar la historia pareciera que se concentrará en las fantasías de la niña que mira un tanto desconcertada el mundo en el que viven los adultos y en el que lógicamente está sumergida, pero Caetano no mantiene ese hilo narrativo sino que se dispersa, vuelve a retomarlo y vuelve a dispersarse. Al promediar la proyección el espectador, ante esta situación, también se dispersa. Las subtramas toman, por momentos, más fuerza que la historia principal, pero quedan cerradas a medias, sin la necesaria profundidad que requiere el tomar esos agudos casos sociales.
Caetano siempre había dirigido bien a sus actores. En un elenco muy desparejo Milagros Caetano logra su personaje como la niña que observa; pero se destaca Natalia Oreiro, como su madre, definitivamente alejada de sus clisés televisivos con un crecimiento actoral muy notable. En tanto que Mónica Ayos completa a medias su personaje que no es diferente a lo que se le ha visto hacer como actriz. Lautaro Delgado, con una excelente trayectoria actoral en el teatro off porteño y con valiosísimos trabajos en ese medio, no logra componer ni desde lo físico ni lo expresivo al hombre que atraviesa una mala época provocada por ser un hombre violento. En sus pocas apariciones en pantalla Violeta Urtizberea sobractúa la mayor parte del tiempo.
Esta vez cuesta reconocer al realizador que es uno de los referentes del Nuevo Cine Argentino. Muy alejado de su estilo narrativo con el que se lució en “Pizza, birra, faso” (1997) o en “Crónica de una fuga” (2006).