Con ciertas reminiscencias al film Bolivia, Caetano amalgama estilos y experimenta con este drama de familia disfuncional intimista al que agrega para romper la densidad de la narración, diferentes recursos cinematográficos con resultados dispares. Sin embargo, en su conjunto, pese a la digresión constante como parte de una estética fragmentaria que respeta el punto de vista de una niña de 12 años, el relato tiene cohesión y el poder de síntesis habitual de este realizador. Natalia Oreiro entrega una performance ajustada y demuestra (aunque ya no es necesario) que es una muy buena actriz, capaz de salirse de los moldes televisivos que tantas veces se le achacaron...