Recen por él
Habría que preguntarse en primer lugar si el director Miguel Rodríguez Arias hubiese elaborado un documental sobre la figura del ex cardenal Jorge Bergoglio, de no haber sido elegido Papa.
Francisco de Buenos Aires, es una buena respuesta a ese interrogante, dado que sumariamente, recorre los caminos que llevaron a Bergoglio a convertirse en el Papa Francisco, desde un punto de vista orientado y elaborado en base a testimonios a cámara, un gran racimo de cabezas parlantes destacando las virtudes y bondades del Papa Francisco.
En el empleo de material de archivo, para complementar los dichos o las anécdotas que rubrican su personalidad de carácter fuerte, enérgico, pero coherente con un pensamiento y un profundo valor en la fe, se compilan una serie de declaraciones sumamente comprometidas con los problemas cotidianos del mundo: como la trata de personas, el trabajo infantil, las guerras mundiales, así como la complicidad de la iglesia como institución cuando se aleja de los pobres o de las causas nobles del hombre.
La edición es prolija, pero en términos cinematográficos no hay aportes estéticos de valor, más que un buen uso de las imágenes y la música que acompaña el relato. Entre los testimonios mas rescatables se encuentran aquellos relacionados con la etapa en que Bergoglio ayudó a escapar a personas perseguidas por la dictadura, punto que fue cuestionado una vez asumido su papado por algunos sectores que lo vincularon con una parte de la iglesia, que tuvo una participación proactiva con la dictadura. Si bien el documental no ahonda ni busca voces confrontativas, la elección de testigos vinculados con aquella época cuentan una historia diferente.
Para aquellos que quieran conocer más de cerca cómo piensa el Papa Francisco sobre determinadas temáticas, más allá de sus sermones o misas multitudinarias, encontrarán en este documental –el primero de una seguidilla que seguramente copará el espectro cinematográfico junto a las ficciones- una buena referencia y para quienes ya lo conocen y siguen sus prédicas, sean creyentes o no, Francisco de Buenos Aires es un buen espejo donde reflejarse.