No deja de ser admirable la pasión de Clint Eastwood por su trabajo.
A los 84 años, mientras otros colegas suyos como Gene Hackman o Sean Connery eligieron retirarse del mundo del espectáculo, él sigue gestando proyectos con su compañía Malpaso.
Filmes, que por otra parte, son muy diferentes entre sí y suelen brindar historias interesantes. Algunas son mejores que otras, pero en general cuando uno se sienta a ver una película de Eastwood sabe que va a encontrar un film bien realizado.
En este caso se hizo cargo de un proyecto que Steven Spielberg abandonó cuando el estudio Warner se negó a aumentar el presupuesto de 60 millones de dólares destinado a esta producción.
El film retrata la vida de Chris Kyle, un soldado que se hizo famoso al ser reconocido como el francotirador más letal en la historia de los Estados Unidos, con 160 muertes registradas por el Pentágono, durante la invasión a Irak en el 2003 y la posterior guerra en Afganistán.
Para los amantes de las estadísticas, si bien las cifras de Kyle son escalofriantes, hubo otros francotiradores mucho más implacables cuyas historias nunca se contaron en el cine.
Casos como el de la francotiradora soviética Luymila Pavlichenko, con 309 muertes registradas durante la Segunda Guerra Mundial, su compatriota Iván Sidorenko, con 500 bajas confirmadas durante el mismo conflicto, y Simo Häyhä, el finlandés que combatió contra los soviéticos durante la Guerra de Invierno (1939-1940), quien mató a 540 soldados enemigos.
Comparado con este trío Chris Kyle es un monaguillo y llama la atención que nadie trabajara en el cine estas historias que son tremendas.
La biografía que plantea Eastwood es una propuesta que sobresale en los campos técnicos y la interpretación de Bradley Cooper.
El director se desenvuelve muy bien con las secuencias de acción y los momentos de tensión que vive el personaje principal, pero nunca llega a profundizar los aspectos más interesantes de esta historia.
Me dan gracia los medios de comunicación que intentan dejar de lado los tema políticos de esta producción como si Francotirador estuviera basada en un cómic de G.I. Joe.
Una cuestión que no me terminó de convencer de esta película es que presenta una visión extremadamente simplificada del conflicto de Irak.
Están los buenos, representados por los norteamericanos, que intentan salvar al mundo del terrorismo y los malvados iraquíes que parecen responder a las órdenes del Comandante Cobra. El contexto en el que se desarrolla la historia de Kyle es bastante ingenuo.
En un momento Bradley Cooper le comenta a otro personaje que están en Irak para evitar que los terroristas ataquen San Diego, cuando la realidad fue muy distinta y la invasión a ese país respondió a otros intereses que no tuvieron nada que ver con el terrorismo ni los atentados del 11 de Septiembre.
En un punto, esos soldados que mandaron a Bagdad para buscar las supuestas armas de destrucción masiva también fueron parte de un engaño, pero el director Eastwood decidió obviar esos temas para narrar una biografía destinada a exaltar el orgullo patriótico.
La película nunca explora el contexto político y militar en el que se desenvolvió Chris Kyle, sino que se limita a retratar numerosas secuencias de acción que con el correr del tiempo se vuelven un poco redundantes.
Eso sí, todas las batallas están impecablemente filmadas. La última escena de acción que transcurre durante una tormenta de arena es visualmente imponente y es donde encontramos la magia de Eastwood como realizador.
Dentro del conflicto que presenta Francotirador, uno de los temas más interesantes es la adaptación de Kyle a la vida familiar luego de la guerra, que el director tampoco llega a profundizar. El personaje de Bradley Cooper enfrenta traumas psicológicos que le generaron sus acciones en el ejército, pero todo se resuelve con gran rapidez en un par de escenas.
El dilema que planteaba la tarea de Chris Kyle como soldado era lo suficientemente interesante para brindar una buena película y el guión pobre de Jason Hall no logró sacarle provecho a esta cuestión. En este punto se encuentra la mayor debilidad de esta producción.
Francotirador no es un trabajo completamente fallido de Clint Eastwood, pero tampoco está a la altura de otras biografía superiores que brindó en el último tiempo.