Francotirador

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Héroe americano

A los 84 años, Clint Eastwood hizo una de sus películas (sino la película) más controvertida en su larga carrera. Una iniciativa del principal protagonista, Bradley Cooper, el film adapta la autobiografía de Chris Kyle, un marine que sirvió al gobierno estadounidense en Irak entre 2003 y 2009, y a quien se atribuyen más de 255 bajas enemigas; la mayoría, a merced de su destreza como francotirador, que le valió el apodo de Leyenda. Habiéndose estrenado en los Estados Unidos, American Sniper (su título original) es una de las líderes en nominaciones a los premios Oscar, un éxito de taquilla en su país de origen y la responsable de reactivar un sinnúmero de expresiones reaccionarias, según medios norteamericanos. Así las cosas, Eastwood (que fue condicionado por el padre de Kyle, tras su accidental muerte en 2013, a no mancillar el nombre de su hijo) instala a su personaje en un lugar incierto. El Kyle de Cooper es, por momentos, un loco binario, en otros un mártir que (condicionado, como el director, por el mandato religioso de su padre) da la vida para proteger a los suyos. Es un doble groseramente yanqui de los personajes que hicieron famoso a Eastwood (Harry o el Hombre sin nombre en los films de Leone), pero nunca, al parecer, es el Kyle de la vida real, aquel que declaró desear haber matado a más y para quien apretar el gatillo era diversión pura. Existe la percepción de que Clint solo quiso mostrar la realidad, tan patriótica como es, pero hay inequívoca moralina en el francotirador que sufre cuando el objetivo es una mujer o un niño. Técnicamente, por otra parte, no existe nada que Kathryn Bigelow no haya presentado en sus últimos films bélicos.