Tim Burton, en tren de imaginar, se las ingenia para mezclar el espíritu de los cuentos infantiles con esas zonas sombrías que están siempre al acecho. Acá encara la historia de un niño y su mascota, pero no se trata de un chico cualquiera ni de un perrito como tantos. Hablamos de una pérdida, una recuperación y la mirada implacable de los otros. A Víctor se le muere su amado Sparky cuando menos lo espera, y utilizará el poder de la ciencia para traerlo de nuevo a la vida. Cualquiera se da cuenta de que Burton ha hecho su relectura de “Frankenstein”, el clásico de Mary Shelley, llevado a la pantalla de manera excesiva. Sparky revive con algunos ajustes y Víctor procura esconder el fruto de esta experiencia para no provocar escándalo. Cuando el nuevo Sparky sale a la calle, los compañeros de Víctor, su maestro y el pueblo entero se enfrentarán a eso tan diferente que no podrán aceptar. El humor, el horror y la creatividad van de la mano.