Liviandad por sobre todo.
El estadounidense Ira Sachs dirige este melodrama más apropiado para la televisión que para la pantalla grande. El film está protagonizado por Isabelle Huppert, quien interpreta a Françoise Crémont —Frankie—, una famosa actriz francesa con una enfermedad terminal que decide tomarse unas vacaciones con su familia y una amiga en un paradisíaco pueblo de Portugal.
La presencia de una figura consagrada como Huppert y el hecho de que la película haya formado parte de la competencia oficial del Festival de Cannes 2019 harían suponer que la calidad está garantizada y que nos disponemos a ver un gran film. Lamentablemente, no es así. Frankie presenta un argumento insulso, carente de relevancia. Los diálogos son superficiales, obvios, no hay el mínimo esmero en contar una historia coherente, sustancial. La película no encuentra el rumbo en ningún momento.
Lo más grave es que esa apatía se contagia a la propia Huppert y al resto de los actores, figuras de la talla de Brendan Gleeson, Jérémie Renier, Marisa Tomei y Greg Kinnear. Resulta frustrante ver cómo un reparto estelar como éste se desperdicia a más no poder. Por momentos hay destellos de Huppert —con esa tristeza que atraviesa su rostro durante todo el filme—, Gleeson —el esposo de Frankie— y sobre todo Tomei —como la estilista hollywoodense amiga de Frankie— pero en general todos sucumben a la banalidad de la trama.
La proximidad de la muerte, los desencuentros amorosos, la pena ante el ser querido que sabemos pronto partirá, la tensa relación entre una madre y su hijo, la soledad, la frustración son todos temas tratados muy por encima, sin la rigurosidad y la profundidad que requerirían. La subtrama de la pareja conformada por Gary (Greg Kinnear) y Ilene (Marisa Tomei) es abordada con una precariedad que asombra. Lo mismo puede decirse del dolor que experimenta Paul (Jérémie Renier) —hijo de Frankie— frente a una vida que no lo satisface, en definitiva, frente a la infelicidad.
No se alcanza a dilucidar qué quisieron decir y contar Ira Sachs y Mauricio Zacharias con este pobre guion. Sabemos que el tópico de los enfermos terminales es un género cinematográfico en sí mismo que a veces puede resultar trillado, pero eso no quita que haya maneras originales, inteligentes, conmovedoras para encararlo. Evidentemente, Frankie no es el caso.