Françoise Crémont (Isabelle Huppert), alias Frankie, sufre una enfermedad terminal y comienza a atravesar sus últimas fases. Pero ella se siente con ganas de compartir un espacio y tiempo (vacaciones, en este caso), con sus seres cercanos. Su ex, su actual marido, hijo (Paul, by Jérémie Renier) , hijastra, estilista (Marisa Tomei), novio de peluquera (Gary, aka Greg Kinnear), etc...
¿Qué se ve rápidamente? Que Ira Sachs (un director indie americano prestigioso), decidió sumergirnos en una de esas películas que yo definiría como un "crossover". Un mix.
Por un lado, siento esta constelación de actores de primera línea (¿nombré a Brendan Gleeson con su pareja del presente?) prepara una historia coral familiar irónica, dramática, donde temas como la muerte y los vínculos se expondrían a la orden del día. Por el otro, como el espacio físico es un hermoso pueblo en Portugal, uno no puede dejar de pensar en Huppert en modo "viajera". ¿Qué sería esto?
Exuberante, transgresora, con mucho candor y desparpajo en sus diálogos. Divertida y oscura, a la vez. Amamos a Isabelle. Desde ya. No queda duda de eso. Le hemos perdonado todo. También tenemos en alta consideración a Glesson, y bancamos a Marisita Tomei.
Pero debemos decirles que "Frankie" es una comedia dramática, pseudo coral, donde Huppert es Messi, pero en esos días en que baja la cabeza, y no acierta una. Que todo el equipo se desluce y que no hay conducción. Ese es el problema. Huppert es encantadora. Y hasta cuando nos aburre, nos encanta.
Ella es totalmente luminosa, y tiene un gran sentido del humor. Pero aquí, nunca llegamos al cinismo desaforado de los personajes de Cate Blanchett en solitario. Hay una pátina de intelectualismo snob que resbala en los protagonistas y hace que las interacciones no generen chispas, sino indiferencia.
Sí, Frankie se enoja con unos y otros, regala sonrisas, se pone seria y reflexiva y nos regala mohines y demás. El resto hace lo que puede, con lo que tiene (muy tierno Gleeson, flojísimo Kinnear, como siempre), que es jugar al juego que Sachs marca, en el que entendemos que es rendir una especie de homenaje a aquellas personas que pueden darse el gusto, de despedirse bien de la vida (?). O no.
No nos queda muy claro. Porque si la idea era mostrar una actriz famosa, en modo neurótico, que se resiste a dejar este mundo, tampoco funciona. Eso es lo que gobierna a la película, la falta de objetivos claros. El cast es muy variado, la protagonista es una señora actriz, pero la magia, no se produce.
Frankie alternará charlas, enredos, discusiones y tratará de traer unidad para los suyos durante su estadía en Sintra (la fotografía del lugar impresiona, de verdad). El resultado, no deja de ser lejos de lo esperado. Por debajo de los últimos trabajos de esta gran luminaria del cine francés. Sólo para sus fans, me atrevería a decir.