La maestría del director francés Francois Ozon en pantalla: una visión adulta que nos lleva al final de la Primera Guerra Mundial y un soldado que muere en el campo de batalla, su viuda y alguien que lo conoció, del bando contrario, plantearán al espectador un debate profundo sobre lo terrible de la guerra ycómo desde el perdón se pueden entablar puentes en medio de la destrucción y el odio residuales.
El personaje del título será a la vez quien une y quien separa a todos los que lo conocieron en vida. Anne es su joven viuda y va a visitar diariamente la tumba de Frantz.
Sus suegros la adoptaron como si fuera ese hijo que un día partió a la trinchera para nunca más volver y para consolarla en su desdicha.
Una tarde, un joven francés, Adrien, con la misma angustia de Anne, se convierte en un inesperado visitante del Frantz muerto. Toda una provocación, un francés en territorio alemán, en la tumba de su adversario y llevándole flores.
Adrien no puede más debe decirles a los padres y a la viuda de Frantz su secreto para que lo perdonen. El interrogante y el hilo de esta atragante historia será descubrir qué esconde Adrien y cuándo conoció a Frantz.
En ese camino, el director jugará como siempre con la imagen y el tiempo, volviendo al pasado en colores o a un futuro en blanco y negro, o a una escena donde se combinan todos, cual las emociones de los personajes el sepia, los colores y los grises.
Un poco como la vida, donde no todo es blanco y negro pero hay quienes con su mirada parcial, luego de una guerra, no pueden con su genio y siguen fomentando rencores y diferencias, que las habrá de todo tipo en este filme.
Excelentes actuaciones de Pierre Niney, como Adrien; Paula Beer, como Anne (ganadora del premio como Mejor Actriz Revelación en el Festival de Venecia) y Anton Von Lucke, como Frantz, el triángulo de misterios que Ozon va entretejiendo y en el que nos dejará un mensaje muy apropiado para estos tiempos tan convulsionados de una humanidad que no termina de aprender que la guerra no es una solución porque nadie gana y menos sabiendo que muere la juventud.
Frantz es una invitación a ver el cine como el séptimo arte que es y notar que lo más sabio es disfrutarlo en una sala.