Propuesta Decente
La ópera prima de Alejandra Marino es un drama con toques de comedia, que son realmente efectivos para la historia. La directora elige darle espacio a la composición de los personajes principales y eso ayuda a que el público los reconozca y se reconozca en ellos. Ciertas decisiones a la hora de transmitir la esencia de sus sentimientos e intenciones son criticables pero la película logra una coherencia estética y argumental muy valorable.
Franzie (Mimí Ardú) es una mujer que ya supera los cincuenta años y padece una enfermedad terminal. Emanuel (Enrique Liporace), es un escritor que desde hace tiempo no puede escribir nada. Su casual encuentro resulta en una propuesta laboral de Franzie a Emanuel para que este sea su acompañante en eventos sociales y familiares. Con su esposa embarazada y sin empleo, a Emanuel no le queda otra posibilidad que aceptar. La relación entre ellos luego se irá modificando y cada uno involucrará los sentimientos de acuerdo a sus necesidades.
En la relación que establecen Franzie y Emanuel hay una decisión que no debe dejar de mencionarse. Su acercamiento parece tener por momentos dobles intenciones de parte de ambos pero no quedan nunca definidas del todo. Esto permite darle una apertura a la historia que la salva de caer en un lugar común. Por otro lado, la historia de la madre de Franzie, (una lucida Norma Pons) se va dibujando de fondo como una ausencia que marca al personaje de Mimí Ardú. Estas imágenes aparecen un poco forzadas. De todas maneras tampoco es una idea desacertada sobre todo porque la actriz parece fundirse de forma natural al papel y le aporta una gracia y expresividad únicas que le dan vuelo propio a su participación.
En ciertas escenas del film se hace presente una intención explicativa. Por ejemplo, cuando Franzie se cruza con su ex pareja y su esposa, la idea queda ya resuelta con las miradas de ellos y su comportamiento. Sin embargo, la situación es retomada en más de una oportunidad verbalmente por los protagonistas y allí se pierde la fuerza que tenía dicha escena. Esto sucede también al promediar el film, donde algunos personajes, el de Emanuel principalmente, cierran con sus palabras el sentido de la totalidad. Esta decisión por parte de la realizadora no desacredita su obra pero resta poder a sus imágenes y le quita al espectador la posibilidad de alejarse del lenguaje verbal cotidiano y dejarse subsumir en el lenguaje artístico, mucho más expresivo que aquel.
En el film de Alejandra Marino el espectador encontrará imágenes y propuestas temáticas en las cuáles hay una búsqueda personal interesante. Pero más allá de esto lo que debe importar es que cuando una película decide darle espacio a situaciones donde la muerte, la soledad y el miedo están presentes se pueda transmitir al espectador sin necesariamente caer en golpes bajos y lugares comunes. Y Franzie ciertamente lo logra.