La nueva película de Christopher Landon (Feliz día de tu muerte) combina la comedia y el terror para regalarnos uno de los espectáculos más divertidos del año.
Hay que celebrar la aparición de productos originales en el cine de terror. La gran mayoría de las últimas y novedosas historias contienen una cuota de otro género, el cual se adhiere al horror de manera natural para dar paso a una propuesta homogénea.
Cuando en el 2017 llegó a las salas Feliz día de tu muerte (Happy Death Day) nos invadió una alegría irrefrenable. La nostalgia tocó nuestra puerta con esta especie de homenaje a Hechizo de tiempo (Groundhog Day, 1993) pero con un asesinato como eje. Ahora el mismo director nos trae Freaky: este cuerpo está para matar (Freaky, 2020), película que fusiona el slasher con la fantasía del intercambio de cuerpos. El resultado es un show a pura sangre y carcajadas.
Un psicópata serial enmascarado atemorizando a adolescentes con su cuchillo es algo que nos remonta a Jason Voorhees, el personaje de la saga de Viernes 13 (Friday the 13th, 1980). Vince Vaugh (Los rompebodas) encarna al Carnicero de Blissfield, un sujeto inspirado en este icónico asesino. Un día, por la maldición de una daga misteriosa, intercambia su cuerpo con la joven Millie Kessler, interpretada por Kathryn Newton (Pokémon: detective Pikachu). Así Vaugh se torna sofisticado, ingenuo e inocente y Newton pasa a ser el terror de su escuela.
En esta especie de reversión de Un viernes de locos (Freaky Friday, 2003) las referencias a la cultura pop están a la orden del día. Ya sea con un poster de la banda Panic at the Disco o a través de la mención a Más notas perfectas (Pitch Perfect 2, 2015), la complicidad con el público nace desde un primer momento. La sutileza actoral de la dupla Vaugh/Newton traspasa la pantalla y conjuga un deleite audiovisual. Tal es así que ambos tienen la fuerza necesaria para mitigar cualquier banalidad del guion.
Freaky: este cuerpo está para matar ironiza sobre el género. Siempre desde el respeto, la película de Landon se hace ancha al intentar llevar cualquier escenario terrorífico hacia un contexto cómico. Todas las fichas se colocan en el mismo lugar: un espacio en donde una comedia americana adolescente se burla de los trillados recursos del horror. Un coctel eficiente que denota su amor por el cine de terror.