Qué ventaja que sacan las películas con actores que renuncian a la seriedad en aras de la diversión absoluta, sin sacrificar el talento ni descuidar el profesionalismo. Freaky: Este cuerpo está para matar tiene la suerte de tener al enorme Vince Vaughn en su papel más hilarante en años, capaz de cambiar de registros con naturalidad para que todo fluya como la sangre de un adolescente en plena secundaria y que el resultado sea un zapatazo de entretenimiento a la modorra del público solemne.
Desde luego, el mérito de la película no solo es de Vaughn, ni del trío de jóvenes que lo acompaña, sino también del director y coguionista Christopher Landon, el mismo de las ingeniosas Feliz día de tu muerte (1 y 2), en las que demuestra saber manejar con soltura los elementos de distintos géneros y subgéneros del terror, desde la comedia adolescente hasta el slasher con un enmascarado que asesina de manera originalmente brutal.
Sí, Freaky es eso a lo que ya nos tiene acostumbrados su director, pero también es mucho más. Porque si se la piensa más allá del divertimento que implica ver a los protagonistas corretear con sus cuerpos cambiados, tenemos una película que juguetea con temas como la transexualidad y que desliza una sutil y risueña denuncia al empoderamiento masculino, al hombre que cree que tiene el derecho de ejercer violencia sobre los más vulnerables.
Sin embargo, el gran acierto de Landon es que no politiza la historia, pero no porque la politización de un filme esté mal, sino porque lo importante es el cine, el funcionamiento de la máquina narrativa de los géneros a los que recurre con desparpajo cinéfilo (con amoroso guiño a las Martes 13). El director hace un uso ingenioso de los lugares comunes para que dejen de ser lugares comunes, y se vale de fórmulas trilladas para hacer un producto sin solemnidad y con mucho gore, y con un argumento que engancha desde el vamos.
Freaky tiene como protagonistas a un asesino serial, conocido como “el carnicero de Blissfield” (Vince Vaughn), y a Millie (Kathryn Newton), una rubia tímida que cursa su último año de colegio y que es víctima del bullying constante de sus compañeros y de su profesor de carpintería (Alan Ruck). Millie tiene como mejores amigos a Nyla (Celeste O’Connor), una chica negra, y a Josh (Misha Osherovich), un chico gay (como para cumplir con la cuota de corrección política). Y en el medio hay una daga milenaria que pertenecía a los aztecas, llamada “la Dola”, cuyo hechizo consiste en intercambiar los cuerpos. Es así que Millie queda encerrada en el gigantesco cuerpo de “el carnicero”, después de que este la ataca con la daga, y él queda encerrado en el de ella.
Imagínense las infinitas posibilidades que se presentan con este simple y arriesgado argumento. Lo bueno es que Landon le saca el jugo a la premisa fantástica de una manera tan efectiva como divertida, y entrega un puñado de escenas memorables y unas muertes antológicas. Películas como Freaky entusiasman y dejan la sensación de que aún se pueden hacer grandes comedias de terror.