El empleado de banco descubre que en realidad es un personaje dentro de un videojuego.
Ryan Reynolds es uno de esos actores que ya se ganaron al público y su mera presencia en un póster asegura una fila de fanáticos frente a las salas. Siempre se espera verlo en el mismo tipo de roles y en general, se siente cómodo ahí. En Free Guy, vuelve a su lugar común, pero lo hace con un toque de inocencia e incredulidad que, hasta ahora, no había mostrado. Nunca está mal verlo, es carismático, es gracioso y sus personajes son icónicos, pero Guy, Guy es la clase de persona a la que le querés dar un abrazo.
La nueva película del director Shawn Levy llegó a los cines después de mucho tiempo. Entre la venta de Fox a Disney y la pandemia, el proyecto tardó mucho más tiempo de lo esperado en llegar, pero lo hizo y sorprende.
El primer adelanto entusiasmó, la variedad de actores, la idea y el atractivo para aquellos que conocen el mundo de los videojuegos era algo que prometía una gran historia. Pero a eso le siguieron más y más adelantos que parecían develar la trama. Además hacía muy evidente el uso y abuso de CGI, por lo que las esperanzas de que fuera algo bueno se fueron esfumando.
Pero una vez que la película empieza demuestra que no, que no hay nada que temer y que es una fiesta de acción, comedia y referencias al mundo de la cultura pop, sea cuál sea el medio. Puede que el espectador empiece con sus dudas, pero tranquilos, que nada de eso dura.
El mundo de Free City es caótico, todo es un desastre, pero sus habitantes son optimistas, aunque es de esperarse, están programados para serlo, aunque ellos no saben que son NVP. Guy, el protagonista, ama su vida y su trabajo y a su amigo, no le molesta tomar el mismo café todas las mañanas o no poder llegar nunca a comprar las zapatillas de sus sueños. Todo es alegría en la tierra donde mandan las personas con lentes, o los jugadores.
Todo cambia cuando algo desconocido se despierta en él y le pasa al ver a Molotov Girl, el avatar de Millie (Jodie Comer). Ahí empieza la historia, que se divide entre lo que ocurre dentro del juego y lo que sucede por fuera, en las oficinas de los dueños dirigidas por un histriónico y desatado Taika Waititi. Los «creadores» del juego solo están interesados en el rédito económico, en las ventas y no en la calidad o lo que tienen para proponer y acá se presenta uno de los arcos más sorpresivos de “Free Guy”, es una crítica consistente hacia la industria que solo busca facturar a base de lanzamientos vacíos, secuelas y falta de ideas originales. Es irónico que ahora la cinta sea de Disney.
Pero no es lo único que sorprende, casi de refilón, presenta una gran comedia romántica con un final enternecedor y completamente inesperado para el género pero muy bien construido. Además, a todo esto se suman grandes actuaciones de todos sus protagonistas, en dónde se debe destacar a Joe Keery, que vuelve a confirmar que le espera una gran carrera cuando termine Stranger Things.
Colorida, divertida, tierna y con un mensaje muy poderoso de fondo. Free Guy sorprende de la mejor manera. No es la mejor película del año ni pretende serlo, es entretenida y deja una sonrisa en el rostro, algo más que necesario en todo momento.