Free Guy: Tomando el control finalmente llegó a los cines después de muchas postergaciones por la pandemia. La esperada cinta de Shawn Levy (Una noche en el museo) nos sumerge en el apasionante mundo de los videojuegos. Ryan Reynolds es Guy, un rutinario cajero de banco que termina dándose cuenta que, en realidad, no es más que un personaje no jugable (NPC) de un videojuego.
La premisa es interesante por sí misma, y en ningún momento el desarrollo de la historia desengancha al espectador. Una de las principales virtudes de este film es que es consciente de lo que es: una comedia sin demasiadas pretensiones. Con un correcto guión de Matt Lieberman y Zak Penn, Reynolds se mueve como pez en el agua en un papel que parece quedarle pintado. Con muchísimas referencias que adorarán los fanáticos de los videojuegos, es reconocible la capacidad de atraer a cualquier audiencia, adolescentes y adultos, tengan o no conocimientos sobre el tema.
El resto del elenco, mención especial para un descontrolado Taika Waititi, cumple con creces y no desentona con el ánimo del film. Otro punto fuerte es la ingeniosa utilización de la música o pequeños gags que se repiten a lo largo del metraje, que van cobrando mayor sentido y gracia a medida que transcurren los minutos.
Por si fuera poco, la historia de amor que rodea la película está plasmada en pantalla con una sutileza que es difícil de encontrar en este tipo de comedias, aspecto sumamente destacable. Por último, la idea de consciencia e identidad están bien tratados, sin necesidad de dar sentencias al respecto o “educar” al espectador con lo que tiene que pensar.
Free Guy: Tomando el control es una película para pasar un buen rato, reírse mucho (solté más de una carcajada) y salir con una sonrisa de la sala de cine. Altamente recomendable para quienes necesitan despejarse, sin tampoco esperar encontrarse con una obra maestra.
Puntuación: 7,5/10
Por Manuel Otero