¿Somos libres para elegir sobre nuestra propia vida o alguien decide nuestro destino? La pregunta ocupa la mente de filósofos, ya sean profesionales o de café, desde hace siglos. La ficción también ensayó algunas respuestas; en el cine, películas como Matrix y The Truman Show propusieron, de maneras muy distintas, reflexiones sobre el tema.
Free Guy: Tomando el control vuelve a poner a la cuestión del libre albedrío en el centro de la escena. Pero como este es el Hollywood del siglo XXI, sujeto a la hegemonía del entretenimiento familiar, la reflexión filosófica está simplificada y contenida dentro de la estética y las reglas de los videojuegos.
Esa decisión estética, derivada de la trama, hace que Free Guy: Tomando el control tenga una imagen poco agraciada, la de un mundo de CGI poblado por clichés visuales. Claro que esto es parte del chiste del film, pero esa intención no hace la diferencia ante los ojos de aquellos espectadores a los que les cuesta encontrar belleza en esa estética (aunque hay un par de escenas en las que se puede vislumbrar).
Esto no impide que la película de Shawn Levy entretenga, aunque su humor no logre dar en la tecla en numerosas oportunidades. Free Guy: Tomando el control se sostiene en el carisma de Ryan Reynolds, quien interpreta al personaje secundario de un videojuego que decide salirse del libreto. El actor recuerda bastante al Jim Carrey de The Truman Show, film al que se hace referencia de manera tácita en más de una oportunidad. Jodie Comer es el otro puntal de la película, haciendo de nexo del espectador con el universo del film y los temas planteados. Aún cuando éstas preguntas existenciales sean simplificadas en eslóganes de autoayuda, la conexión humana sugiere al público un infinito de reflexiones posibles.