Las cuestiones relacionadas con la ruptura por parte de un sujeto del encuadre opresor en el que se desenvuelve, ya han sido trabajadas en el mundo del cine en múltiples oportunidades. Y en el mundo contemporáneo, sin dudas podemos destacar a «The Truman Show» y «Matrix» como dos ejemplos que han servido de inspiración a «Free Guy». Claro, sin dejar de lado títulos más relacionados a los videojuegos como «Ready Player One» (con quien comparte guionista) y «Edge of tomorrow», por supuesto, que son comunes a este universo propuesto.
Y si bien puede verse como negativo iniciar una review hablando de todos los films que desfilan en nuestra cabeza a lo largo del desarrollo de «Free Guy», lo cierto es que, al menos esta vez, todas estas influencias salen a la superficie en forma inmediata ya en los primeros minutos de la cinta.
Como nota de color, 20th Century Fox es una compañía de Disney, sin embargo, luego del fracaso del estreno combinado vía Premier Access, «Tomando el control» sólo puede verse en salas.
Ryan Reynolds es un empleado de banco, con una rutina habitual, en la que cosas poco interesantes suceden (o sí, en cierta retorcida manera!) a quien un día se le cruzan unos interesantes lentes (gafas) que le permitirán reconocer su situación real. Digamos, el pibe es un elemento más de un videojuego en el cual siempre repite una tarea monótona hasta que una mujer lo despierta de su letargo. Como el amor todo lo puede, a partir de conocer a una jugadora (Jodie Comer), iniciará una cruzada para liberarse de las reglas impuestas en su universo.
Reynolds, entonces, desplegará su habitual arsenal de recursos para la comedia con la idea de sostener una trama que, hay que decirlo, se afirma en la espectacularidad de los efectos especiales que son, sin duda, lo más destacado del film.
En ese sostenido camino de situaciones divertidas y absurdas, la pareja central cumple con su cometido de ofrecer momentos disparatados para levantar a la platea sea cual sea su edad. Desde el punto de vista técnico, el veterano Shawn Levy (a cargo de la dirección), sabe lo que hace y «rodea» al protagonista con todo lo que tiene, hecho que permite a Reynolds jugar a lo que él sabe: desparramar humor negro (esta vez en clave infantil-adolescente) en cantidades industriales y marcar los pasos de un personaje dinámico y decidido dentro de una trama liviana y pasatista.
Creo que «Free Guy» no es pionera en la temática que aborda y tampoco ofrece muchas aristas nuevas. Pero sin embargo, si la intención es pasar un rato de intensidad sin mayores expectativas, se puede decir que cumple.