Bajo el estandarte de The Truman Show.
Especulando con llevar una vida normal, Guy (protagonizado por Ryan Reynolds) es un banquero que vive todos los días de la misma manera: se levanta, se pone su ropa determinada, compra un café, y se dirige a ocupar su puesto de trabajo en un sistema que funciona como un reloj; él sabe que, en cualquier momento como todos los días, diferentes personas con lentes de sol ingresarán a asaltar el banco donde él trabaja. La realidad es que en este mundo las personas con lentes de sol son considerados súper humanos mientras que aquellos que no posean dicho accesorio no tienen derecho a tratar con ellos. Lo que no sabe Guy es que, junto con todos sus conocidos, son ni más ni menos que NCP (non- player character); en otras palabras: una inteligencia artificial de menor relevancia que habita dentro de un determinado videojuego y que es manejado por “la máquina”.
Por supuesto que en un determinado momento y en la búsqueda de comenzar a darle forma al film, Guy consigue dar con estos lentes y a la vez, rompe con su codificación determinada al caer completamente enamorado de MolotovGirl (Jodie Comer), una usuaria del videojuego que, sin saber, comienza a instruirlo en esta nueva realidad que lo sacará completamente de lo cotidiano y lo sumergirá en una aventura que jamás haya imaginado.
Dejando un poco de lado la premisa, hay que destacar que lo interesante de esta película dirigida por Shawn Levy es la manera con la que los realizadores encuentran el camino correcto para involucrar algunos de los nuevos métodos de comunicación, los cuales se dan a partir de cierta participación en el mundo de los videojuegos online. Con esto busco enfatizar no solo en la sociabilización de jugadores en forma de avatares, sino también al rol que cumplen las nuevas plataformas de streaming, las cuales se encargan de propagar aún más el fenómeno y el contenido de dicho mundo virtual. Todos estos recursos argumentativos (ya conocidos sobre todo por las nuevas generaciones de niños y adolescentes), serán las bases para ir tejiendo una historia que, si bien parecía apichonarse desde el comienzo dado las bajas expectativas, sabe cómo ir de menos a más; escalando hacia un determinado clímax en donde, como espectadores, nos veremos extrañamente atrapados de principio a fin.
Y la razón principal de que esto ocurra, no será solamente gracias al carisma infinito que caracteriza a Reynolds, sino que se debe mas bien a una estructura fílmica que sabe muy bien cómo acompañar a un guion que apunta, sobre todo, a un público bastante joven.
Es así como, sumando los enormes efectos especiales y contemplando el trabajo de un gran elenco (integran también Joe Kerry, Lil Rel Howery, y Taika Waititi), Free Guy se consagra como una feel good movie de gran factura, en donde lo satírico y lo absurdo consigue divertir, e incluso emocionar a grandes y pequeños. Aquí poco interesa las incongruencias que se puedan presentar (de todos modos son pocas), lo que importa es tratar de pasar un buen momento frente a la gran pantalla; y Free Guy lo puede garantizar increíblemente. Toda una sorpresa.