Crónica de un enemigo. Taranto es una ciudad italiana que se encuentra ubicada en la región de Apulia. Lo que identifica (o destaca, mejor dicho) a esta ciudad es que, trabajar y enfermarse van de la mano. ¿Cómo es esto posible? Fácil: en Taranto se encuentra la mayor siderúrgica de Europa, “ILVA” y es justamente esta empresa, la cual alberga a 11.000 trabajadores, la causante principal que tanto hombres como mujeres y niños, padezcan terribles enfermedades o malformaciones. Esta película dirigida por Víctor Cruz, propone realizar una crónica documental sobre el drama ecológico que gira alrededor de esta fábrica de acero, y es el registro en primera persona el recurso principal para ir desenvolviendo varias dicotomías que tranquilamente no tendrían que serlo. Este documental parte desde la entrevista y el material de archivo para ir construyendo justamente una crónica periodística que, en el constante intento de involucrarse en el asunto, irá sembrando a su paso más preguntas que respuestas. Ya que este dilema no es algo excluyente de esa zona determinada, sino que envuelve (sin exagerar) a todo el planeta en donde la mega producción es moneda corriente dentro del sistema en el que vivimos. Es por eso que podemos decir que Taranto es un film que navega en el sin sentido de la situación en que están metidos los habitantes de la zona ya que, si no trabajan no viven, pero, de todas maneras, si trabajan están sujetos a contraer enfermedades letales.
Un camino de dolor y tristeza. Es el año 2017 y en el conurbano bonaerense, los estudiantes de la escuela normal de Banfield tendrán un golpe en sus vidas que los marcará para siempre: Anahí Benítez, su compañera y amiga, desaparecerá para luego ser encontrada asesinada tras un lapso de 5 días. Esta ópera prima de la directora Luciana Gentinetta repasa en carne propia los testimonios de aquellos chicos que con 16 y 17 años, tuvieron que enfrentarse de golpe a uno de los escenarios más siniestros de sus vidas. Algo se enciende es un documental que se ocupa principalmente de construir un sentimiento de lucha a partir de los múltiples relatos que narran lo que fue aquel proceso tanto de búsqueda como de justicia. No le interesa ni es su objetivo indagar en lo que significó todo el peritaje y las causas judiciales que acontecerían al caso; simplemente se limita a seguir un camino que pareciera estar marcado desde un principio: un camino de dolor y tristeza. Aún así, por momentos este documental se torna un poco anticlimático y la esencia principal, que, si bien es un poco convencional, se distorsiona en algunos pasajes del film debido al continuo registro de entrevista y a la decisión de omitir la resolución del caso, que bien podría haberle otorgado una cuota de profundidad. De todas maneras, queda claro que la búsqueda y el propósito del film es otro; y poco de lo que diga importará ya que estamos frente a un documental que logra exponer un sentimiento de protesta y movimiento ante la constante violencia e inseguridad que padece la mujer en Argentina.
De historias cruzadas y planos perfectos. Reconocido por su invaluable simetría y por su exquisito uso de colores, el director Wes Anderson presenta esta vez un recorrido por una revista estadounidense que recopila diferentes historias sobre una ciudad (ficticia) ubicada en Francia. La revista en cuestión, llamada “La crónica francesa”, será la encargada de ir vistiendo la pantalla con tres crónicas distintas, pero con la misma cuota de elegancia y humor. Poco queda para decir que no se haya dicho del cine de Wes Anderson; aun así, si bien sus películas suelen girar alrededor de una trama prioritaria, este film será la excepción a la regla. En La crónica francesa poco importa llevar la película hacia puerto alguno, este film se compone principalmente de la inexistencia de los tres actos para poder construir una trama no lineal, en donde el director tendrá rienda suelta para ir explorando tanto lo visual como la narrativo. El resultado final culmina en una obra fantástica. El universo propio que construye el autor contiene en sí mismo un nivel de complejidad incalculable al momento de realizar un audiovisual de este calibre. El guion destila a su paso ironía e imaginación en cada minuto, los actores se adaptan a la idea con facilidad y consiguen (en su sencillo desarrollo de personaje) una química envidiable, y la composición sonora cumple rotundamente en enmarcar la idea principal de ensueño y fantasía que se propone en cada historia. En La crónica francesa, estamos frente al auge visual de todos los proyectos que ha encarado el director. No podría mencionar ningún otro que tenga tanta sensibilidad para el detalle que no sea Anderson. En esta película no solo se presenta su particular sello simétrico, sino que también hace uso de recursos como el paso al blanco y negro de una toma a la otra, y la animación al momento de representar una determinada secuencia. Es así como a partir de todas estas libertades creativas y estéticas, el director consigue construir una película totalmente única y original que navega por un mar de magia visual tan atrapante como encantador. Sinceramente y a mi entender, uno de los mejores trabajos del director.
No es sólo cosa de hombres. Después de unos largos 37 años, Stella Maris Morales, Alicia Reynoso, y Ana Massito, vuelven a Comodoro Rivadavia con la idea de recrear el tan doloroso pasado que aún pesa en el cuerpo. Este documental dirigido por Federico Strifezzo, acompaña a estas veteranas con el objetivo de lograr retratar sus vivencias y su participación durante el conflicto del Atlántico Sur. Esta es una película que, bajo el testimonio de estas tres enfermeras de la fuerza aérea, recorre las locaciones en donde ellas pasaron, tal vez, sus días más dolorosos, y obtuvieron de estos los recuerdos imborrables que las marcaron para siempre. Y es que, sin ir más lejos, las tres apenas superaban los veinte años de edad. Es así como la cámara se pasea por ese lugar árido y ventoso en donde supo estar el hospital móvil en Comodoro Rivadavia, donde ellas junto con otras 11 enfermeras recibían a los chicos que se retorcían en las camillas y pedían por sus madres. Los relatos desgarradores sobre su profesión en aquel entonces, no sólo retrata su actividad en la guerra sino que también transparenta algo que hoy en día no es noticia: el abandono que sufrían nuestros soldados. De ellas escuchamos como nuestros chicos llegaban desnutridos, algunos con las manos o los pies congelados, otros con el alma partida en pedazos. Es en este punto de la película en donde el eje toma un camino sentimental que permite por un lado mostrar la parte oculta del conflicto, el cual estaba protagonizado por mujeres; y por el otro, cuestionar el modo en que la historia, en este caso, ha dejado olvidada a la mujer. Las imágenes de archivo y las fotografías son el recurso ideal para este documental austero y original que no sólo busca recrear una parte desconocida de la historia, sino que también desea lograr el debido reconocimiento que estas mujeres se merecen.
Acá estamos, esto somos. A partir de un hilo conductor que surge de varias entrevistas realizadas hacia la figura principal, esta película dirigida por Liliana Furió y Lucas Santa Ana, irá repasando la vida de Ilse Fuskova: una feminista lesbiana que hizo enaltecer el orgullo gay y lésbico a lo largo de su trayectoria como militante. Este documental, además de hacer un exhaustivo trabajo de investigación y búsqueda de archivo (fotografía y videos) al momento de retratar a Ilse, propone (justamente a partir de este retrato) armar un rompecabezas que paso a paso irá construyendo un repaso general de lo que fue la militancia lésbica que surgió con el regreso de la democracia. El camino para llegar a este puerto será, principalmente, un recorrido cronológico por la vida de Ilse Fuskova: sus comienzos como azafata, su paso como escritora, y por supuesto su llegada a la militancia feminista y LGBT, los cuales le abrieron un nuevo mundo. Un mundo que adoptó sin problema alguno y que, prontamente, comenzó a habitar. Si bien la película se centra en darle un merecido reconocimiento a esta mujer multifacética, es innegable mencionar que el punto más alto (por momentos pareciera que es la búsqueda definitiva del film), es cuando trae a colisión los resultados de todas esas luchas del pasado, las cuales han moldeado, dentro del movimiento, a las nuevas generaciones que en el día de hoy alzan con orgullo su voz al momento de mencionar públicamente su sexualidad; lo cual es, fue y será, el propósito que tanto pregonó Ilse a lo largo de su vida. Es así entonces como este documental consigue ser una película sincera que, en la búsqueda continua de construir una biografía certera y precisa, termina adoptando un ritmo voraz que en ningún momento permite la pausa; perdiendo así unas cuotas de cotidianeidad que posiblemente hubiesen enriquecido el desarrollo del personaje. Aun así, la idea principal se mantiene; y tanto algunas escenas del final como del principio terminan redondeando una película emotiva que visibiliza aún más la importancia del movimiento.
Del otro lado de la vida. La “desaparición” de una mujer brasilera llamada Laura, dejará en soledad a su pareja Israel y a su hijo Lucas, quienes deberán sobrellevar (en especial el padre) una desolación inagotable al enterarse de que, en realidad, Laura ha fallecido en Argentina. Desterro es una coproducción argentino/brasilera dirigida por María Clara Escobar que se propone navegar en una especie de intencionalidad al querer retratar lo estancada que puede llegar a ser la vida humana dentro de la rutina de todos los días, y cómo esto puede afectar la vida de una mujer que ya no soporta verse ligada al sistema. Es así como Desterro avanza en la propuesta de construir un film inquietante a partir de una profundización filosófica de lo que trata la muerte, que a la vez contrasta con todo el enfoque burocrático y materialista que significa morir dentro de un sistema que no entiende de emociones humanas. Los elementos elegidos para contar esta película se basan en encuadres semivacíos (donde el fondo adquiere un protagonismo casi inentendible), primerísimos primeros planos, y un montaje antinatural que por momentos complica la cinta; y hace que, en su búsqueda constante de adquirir características del cine expresionista, se enrede en una telaraña de intenciones que pocas llegan a tener una conclusión adecuada. Si bien las poéticas de la imagen junto con el relato imaginario cumplen en querer hacer de esta película una experiencia mental y cuasi onírica, el film termina descarrilando en otorgarle a este audiovisual un ánimo contemplativo que nunca termina de cuadrar y, por lo tanto, no llega con rudeza al corazón del espectador como podría haberlo hecho.
Los guardianes de Zhao. ¡Sorpresa! Marvel patea el tablero, y de la mano de la recientemente galardonada directora Chloé Zhao (Nomadland, Oscar Mejor Película 2020), saca a la luz un producto que busca cambiar con el continuo esquema que hasta el momento nos tenía acostumbrados. Y con cambiar el esquema me refiero a que, a medida que los minutos vayan pasando, podremos apreciar cómo la mano de la realizadora irá tiñendo con diálogo y desarrollo apropiado, un género que se encontraba arraigado a una estructura lineal que como nada ofrecía, nada emocionaba. En esta película se presentan ante nosotros Los Eternos, unos superhéroes que estuvieron desde la creación del universo bajo el único propósito de servir como guardianes de los seres humanos contra la amenaza de los “Desviantes”, unos depredadores letales. Es así como estos seres superiores, han presenciado siglos de la historia humana siendo testigos de diferentes guerras y conflictos que fueron moldeando el mundo moderno, hasta llegar al presente. Tras la eliminación total de los Desviantes, y golpeados por la crueldad humana, el grupo, quien se encontraba liderado por Ajak (Salma Hayek) se divide por diferentes partes del planeta para poder adaptarse a una vida entre humanos; y por supuesto que será el regreso de estas criaturas, el argumento principal para que vuelvan a reunirse. Eternals es una película que toca los cimientos del UCM: intenta sumergirse en su creación y como son las reglas que rigen en el mismo a través de una historia que siempre debe jugar con la consigna de tener que adecuarse a cierto público. Es justamente por ello, que la película desde un principio cuenta con una cierta carga de “riesgo” al intentar adaptar todo lo que tiene del material original en los comics. A medida que corran los minutos, se nos presentará ante nosotros un producto que entiende de desarrollo; que sabe cómo hilvanar elementos históricos para que la trama mantenga siempre cierta cuota de misterio al ir desencadenando cada conflicto. Esto lo consigue con cortes directos al pasado en donde no solo conocemos aún más a los personajes, sino que vamos desentrañando cuál era en realidad su misión en la tierra. La película se luce al momento de integrar un aura policial a este género que siempre fue directo y sobre todo, conocido por el golpe por golpe. En Eternals, si bien no escasean las escenas de acción, hay una presencia mayor de diálogo; dialogo que no cae en la trampa de ser explicativo o grandilocuente, sino que realiza la tarea fina de ir conformando una historia que además de dar conclusión a una trama específica y dificultosa, debe también sortear por momentos de comedia que, increíblemente, no decaen con el clímax del film. Aun así, no todo lo que brilla es oro. Si bien Eternals es arriesgada y propone algo diferente (al fin), deja algunos huecos narrativos que molestan, y por ende termina conformando una película que, en la búsqueda de cumplir con todas sus pretensiones, le terminará debiendo a los espectadores alguna que otra respuesta. Si bien por momentos la información se desordena y ciertas conclusiones terminan forzadas, Eternals se conforma con ser un film interesante y diferente en donde la mano de la directora logra destacarse con aplomo y personalidad. No es la mejor película de la mega productora, pero también está lejos de ser la peor.
Un romance pictórico. Retrato de una mujer en llamas (Portrait de la jeune fille en feu) es, en pocas palabras, el film más hipnotizante que he visto en los últimos años. En esta ocasión, la directora Céline Sciamma presenta un drama de época sólido y emocionante (siglo XVIII), donde se narra una muy íntima y contenida historia de amor sobre el arrepentimiento y el olvido, con un guion plagado de detalles que construyen un relato rodeado de sentimientos. La fotografía (Claire Mathon) inunda cada plano con belleza y estilo. Además cuenta con dos actrices, Adéle Haenel y Noémie Merlant, que se encargan de darle vida minuto tras minuto a este hermoso y único romance. La película comienza a paso firme, pero con cautela; permitiéndonos como espectadores entender la aparente sencillez del argumento principal pero sin dejar de entrever su gran potencial como película. Marianne es una pintora que recibe un encargo peculiar: debe realizar un retrato de bodas a HéloÏse, una joven que acaba de salir del Convento y que tiene mucha inseguridad respecto a su futuro matrimonio. Lo peculiar es que debe realizar el retrato sin su consentimiento, ya que no se deja posar para ningún pintor; por lo tanto, Marianne tendrá que hacerse pasar por su dama de compañía y a la vez deberá limitarse a observar a Héloïse para luego llevar a cabo el retrato cuando ella no esté presente. En la mitad de la película y ya definidos los personajes, nos encontramos con una dupla de carácter femenino en estado de gracia con una química entre ambas casi imposible. Las dos han conseguido que quedemos completamente atrapados en su romance elegante y a la vez sutil; atrapados en su narrativa apabullante y creativa al construir paso por paso una historia completamente sensorial, donde estallan las emociones al ritmo de una música tensa y realista. Es el momento donde se llega a un punto de conexión entre las protagonistas muy pocas veces visto en el cine, donde la pasión desborda y no queda espacio más que para la sinceridad, y así también… para el dolor. Retrato de una mujer en llamas no sólo cuenta con una dirección sólida, una fotografía pictórica, o con las protagonistas Adéle Haenel y Noémie Merlant (que por cierto son un regalo del cielo), sino que también cuenta con una potente visibilización a problemáticas actuales como la sexualidad, el aborto, o la situación de la mujer frente a la opresión del patriarcado. En Retrato de una mujer en llamas, Céline Sciamma no sólo representa el despertar sexual de una generación carente de experiencia y oportunidades, sino también los prejuicios y las desventajas socioculturales a los que debe enfrentarse la mujer a diario. Es por ello -y mucho más- que no se puede comprender el ninguneo que le han hecho en las premiaciones pasadas (Oscars 2020), sin lugar a dudas es muy superior a películas que han sido mejor reconocidas. Realmente, estamos frente a una obra audiovisual gigante, en la cual Céline Sciamma ha logrado construir una historia poética por donde se la mire, que atrapa y planta cara a los grandes romances de la historia del cine.
Todos los caminos conducen al desierto. El reconocido cineasta Denis Villeneuve (entre sus películas se encuentran Blade Runner 2049, Enemy, Arrival, y Sicario) nos trae quizás una de las películas más esperadas del año, tanto como para los amantes de la ciencia ficción como para aquellos que, en un pasado, han quedado encantados con su manera de hacer cine. Dune es una película basada en el libro de Frank Herbert, en el cual se narra un conflicto intergaláctico y político que se encuentra totalmente centrado en Arrakis, un planeta desértico que produce naturalmente la especia más codiciada por toda la galaxia. Allí serán enviados con la intención de trabajar la especia y por orden del imperio galáctico, la casa Atreides: una de las más poderosas y ricas del imperio. Lo que no saben los Atreides, es que el mismísimo imperio les está tendiendo una trampa en donde, a su debido momento, los conducirá a un enfrentamiento letal entre los Harkonnen (la casa que ha producido la especia por más de 80 años), con el fin de destruirlos para siempre. Estos serán los eventos que deberá afrontar el joven Paul Atreides (protagonizado esta vez por un opaco Timothée Chalamet) quien, a su vez mientras vaya enfrentando estos diversos caminos, tendrá que lidiar con el peso de una antigua superstición que lo señala como un posible “elegido”; un ser que será capaz de dar paz a la galaxia y que liberará a los Fremen, el pueblo autóctono de Arrakis. Villeneuve intenta hacer de Dune un film claro y conciso a la hora de otorgarle a los personajes y a la trama en sí un desarrollo adecuado para poner en juego los distintos conflictos que se desatarán con la llegada de los Atreides al planeta desértico. Aún así, si bien la película consigue captar un aura diferente, es necesario señalar que la narrativa no se despega mucho del molde ya establecido por la versión de Lynch (Dune de 1984). Villeneuve no termina de sumergirse en su abanico de recursos a la hora de contar una historia, y al no poder contar con ellos, su película termina siendo bastante explicativa y grandilocuente; en otras palabras: no tiene alma. Si bien a niveles técnicos y estéticos es notable, Dune se termina conformando por brindarle al público un entretenimiento pretencioso y chato de 155 minutos que no desprende honestidad alguna. O al menos, no desprende la originalidad con la que creí que el director le podía aportar a esta historia. Por ahora, solo tendremos que esperar para ver como finaliza la segunda parte. Pero de seguir por el mismo camino, no habría sorpresa alguna: seguiremos caminando por el desierto.
Las mujeres de la familia. Enredada entre retazos del pasado e imágenes del presente, La vida dormida propone presentar un audiovisual en donde se contempla el ascenso político en la carrera de Juan Labaké, mientras que en el trasfondo se comienza a formar una posición con respecto al rol de la mujer en el patriarcado político. Dirigida por Natalia Labaké, este documental se construye a partir de la utilización de imágenes de archivo que los propios integrantes de la familia capturaron en determinado momento de sus vidas. En ellos observamos como personaje principal a Juan Gabriel Labaké, un abogado reconocido por tener de clientes a Isabel Martínez de Perón y a Zulema Yoma, ex esposa de Carlos Menem, a quien justamente asesoró y con quien también compartió boleta electoral por el partido justicialista. El cambio de rumbo se presenta cuando la película trae a colisión la primer imagen del presente, en donde no solo se advierten cuerpos envejecidos sino que también, comienza a mostrar hacia donde la película tiene intenciones de dirigirse. Aquí es donde se nos presenta una nueva mirada, la cual busca hacer foco en las mujeres de la familia, sobre todo en Agustina (hermana de la realizadora) quien sufre trastornos de ansiedad, y en Bibiana (tía de la realizadora) una mujer mayor que tiene problemas de memoria y anhela el final de sus días. A partir de ese momento, la película hará un quiebre entre pasado y presente al cruzar y hacer chocar las imágenes que poco tienen que ver la una con la otra. Y poco tardaremos, nosotros los espectadores, en notar que en el aire fluye una indecisión discursiva que trasparenta una estructura deshilachada y una narrativa perezosa. En ningún momento se nos da a conocer algún que otro posible desenlace para los problemas que esta cinta expone, que por cierto se encuentran más ligado a lo terapéutico que a lo político. Es así como La vida dormida se conforma con mantener una línea estética similar a obras como Silvia (de María Silvia Esteve) o El silencio es un cuerpo que cae (de Agustina Comedi), pero que poco logra hilvanar en las ideas que esta se propone.