Los decadentes
Sufriendo un bloqueo de inspiración, el escritor Roland Bertrand (Brad Pitt) y su mujer Vanessa (Angelina Jolie), una bailarina retirada, viajan de vacaciones a la Riviera francesa, en el tercer largo dirigido por Angelina Jolie Pitt. La novedad es que la actriz también se animó a escribir la historia, que de un modo mecánico, minimalista, refleja la tensión que horada a la pareja. En el inicio, cuando los Bertrand manejan un convertible rumbo al pintoresco hotel por un sendero aledaño al mar, mientras Roland da luz a su cigarrillo con un encendedor del tablero, las imágenes son significativas como para situar la acción a inicios de los 70, con ecos a films de Claude Sautet; la languidez de Vanessa, el refugio chic de la pareja y su pavoroso ennui remiten a Le Mépris de Godard. Son sólo referencias, quizás ampulosas, si bien la fotografía de Christian Berger dota a cada imagen de múltiples asociaciones.
Ver Frente al mar ahora, con rumores concernientes a la separación de los Pitt, genera una especie de morbo: el abandono, la desidia y la desesperanza de los Bertrand son asimilables como espejo de la pareja real. Roland se emborracha en el bar más cercano, y adopta al dueño como amigo y confidente (el film entrega una de las mejores actuaciones de Brad, que muestra un fluido manejo del francés). Vanessa se arroja a leer en el balcón, frente al mar, con desinterés por el resto del mundo, hasta que descubre a sus vecinos Lea y François (Mélanie Laurent y Melvil Poupaud), una viril pareja de recién casados, y encuentra un nuevo placer escudriñándolos a través de un agujero. De peeping tom a siniestra amiga, Vanessa absorbe la energía de la joven pareja para reinventar a la suya. Frente al mar nunca es un thriller psicológico ni un drama; es más un experimento excepcionalmente ambientado, puntuado por sugestivas actuaciones. Y pese a las pretensiones de Jolie, tiene un innegable encanto.