La crítica norteamericana, en un alarde de cinismo y estupidez, condenó esta película como una de las peores del año. Pero incluso si es ciertamente insatisactoria, es fácil ver que una película hecha por Angelina Jolie y protagonizada por ella misma y su marido, con mucho despliegue melodramático y poco diálogo, con imágenes preciosistas y trama más bien basada en una situación que en una historia (una pareja de escritores en vacaciones en Francia, una pareja que se aburre, una pareja que busca sanar heridas, especialmente la del tedio) estaba condenada de antemano. Pero hay virtudes: la primera, que Jolie se la juega escribiendo, filmando y actuando, y no le teme al ridículo. La segunda: dirige muy bien a Pitt; no solo lo conoce como persona sino, lo más raro del mundo, como actor. En muchas ocasiones es él el encargado de balancear la intensidad, a veces artidicial, de la propuesta. Tercero, “hace la suya” y no le importa nada más. En los contra, la duración resulta excesiva, como sila directora no supiera cómo ser precisa, demasiado enamorada del material. Luego, algunas resoluciones que parecen puro lugar común (es más: lugar común estropeado por la publicidad). Pero a pesar de todo eso, e incluso a pesar de la calificación que puede ver arriba, tiene más riesgo esta obra fallida (o fallada) que el 80% del cine que nos toca en suerte cada semana.