Frente al mar

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

De eso no se habla

Un matrimonio en crisis en un hotel con vista al mar, en el pretencioso filme con Angelina Jolie Pitt y su marido Brad.

Si hay un gancho vendedor de Frente al mar es que los protagonistas son Angelina Jolie Pitt y su marido Brad. La única vez que habían trabajado juntos como actores fue en Sr. y Sra. Smith, donde componían a un matrimonio aburrido.

Como aquí.

En aquella película aún no eran pareja. En la ficción eran espías, y descubrían que tenían la orden de asesinarse mutuamente.

En Frente al mar, que dirige Angelina, ya son pareja, por lo que el morbo de algunos espectadores podrá ir acrecentando. Roland y Vanessa son un matrimonio de artistas estadounidense que deja Nueva York para escaparse a la costa francesa. Frente al Mediterráneo, pueblito pesquero, hotel con vista al mar.

Jolie Pitt (como firma ahora Angelina) parece querer acercarse al cine de arte europeo, y a Antonioni tras dos películas como directora en la que demostró ser antónima de Antonioni, In the Land of Blood and Honey e Inquebrantable. Dos dramas que transcurrían en tiempos y en plenas guerras.

Ahora son los años ’70, Roland y Vanessa llegan en un hermoso convertible al mar azul, fuman y beben mucho. Ella, que era bailarina, está deprimida y luce casi siempre cansada. Eso sí, viste extraordinaria. El pretende ir a un bar a escribir, cuando se siente un fracasado y está bloqueado como escritor de novelas. El sale, ella casi siempre se queda encerrada. ¿Parece, o arreglaron para estar de vacaciones el menor tiempo posible juntos?

Algo, mucho de eso hay en Frente al mar. A los 45 minutos de las dos horas de proyección, Roland finalmente tira una pista. “¿Alguna vez vamos a hablar de ello?”. Es que de eso no se habla, claro, hasta llegar al final. Por lo que la película va pasando de puede salvarse este matrimonio a un estado de, ejem, excitación cuando una pareja joven de recién casados (Mélanie Laurent, que trabajó con Pitt en Bastardos sin gloria, y Melvil Poupaud) se alberga en la habitación contigua. Y, upa, Vane primero y Roland después descubren un agujerito, allá abajo en la pared, donde pueden pispear lo que hacen Lea y Francois.

Claro, tienen sexo. El que no tienen Vane y Roland.

Es nítido que Jolie Pitt va a tomarse su tiempo para desarrollar la trama. También, que la historia en sí es pequeña. El conflicto es mayúsculo, pero tarda en descubrirse. La directora quiso jugar con la impaciencia de su público, que esperará un buen rato para ver si la pasión entre ella y Pitt se enciende en algún momento, y elucubrará ideas sobre qué le pasó a Vanessa para estar tan distante y que las lágrimas se detengan en sus labios encolagenados.

Paciencia.

Por allí, como Michel, el dueño del bar, está Niels Arestrup (Un profeta), dando una clase de economía de gestos y expresiones. Jolie Pitt no se destaca precisamente en la redacción de los diálogos, y lo que hace el francés es apropiarse del texto y crear un personaje, algo que el resto del elenco dejó para otra oportunidad.