Languidez forzada
En su film anterior, Inquebrantable, Jolie había logrado contar una historia de forma más que eficiente, con personajes fuertes y muchas ideas. En su nueva película, Frente al mar la apuesta es muy diferente, pero en esta variación no hay nuevos hallazgos, sino más bien todo lo contrario. Un matrimonio norteamericano (Brad Pitt y Angelina Jolie) llegan a la costa francesa a un bello hotel frente a un paisaje de ensueño. Pero la pareja atraviesa una crisis cuyos detalles y consecuencias se irán viendo a lo largo de las dos largas horas de película. Un serie de personajes se relacionarán con ellos pero en particular la joven para de la habitación de al lado será un objetivo de interés y deseo para ella. Frente al mar transcurre en la década del setenta, lo que permite que los personajes no tengan tantas distracciones como las que tendrían en el presente. Eso declaró la propia Jolie, al menos, y parece razonable y atendible. Aunque también esa década evoca varios clásicos del cine europeo. De alguna manera, esa época concentra más su drama y su crisis. Angelina Jolie decidió contar una historia con languidez, como si los largos silencios y los planos excesivamente largos pudieran darle profundidad a la trama. El problema es que eso está forzado, no parece auténtico, no se siente justificado. Aunque la presencia de su marido en la vida real parece dotar de un ambiguo tono autorreferencial, tampoco eso le da a la historia mayor interés. Angelia Jolie es junto con Brad Pitt la protagonista de Frente al mar y también ambos son los productores. Pero Jolie también dirige el film y es la autora del guión. Nadie puede dudar del control creativo que tiene sobre el material y sin duda ella tomó las decisiones. La potencia que había demostrado en Inquebrantable acá se deshace frente a la forzada gravedad de lo que desea contar. Lo que sí mantiene Jolie es un buen trabajo de fotografía, que si bien no está bajo su responsabilidad, sí está dentro de lo que ella elige mostrar. Tanto en los interiores, como en los magníficos exteriores, la película se destaca por su belleza. Un ingrediente extra que poco puede hacer para salvar a la película de su destino de película. Jolie podría haberse inspirado en toda clase de films europeos de diferentes épocas, al menos eso se adivina en sus muchas decisiones estéticas, pero nunca se lanza hacia la realización de un film de puesta en escena personal, sino que combina la morosidad de los films intelectuales con la tibieza del mal cine industrial. Una combinación que hace que el metraje se vuelva particularmente aburrido y carente de toda clase de encanto. Dos estrellas muy carismáticas como son Jolie y Pitt parecen estar haciendo un costoso film casero acerca de sus propios fantasmas, pero tampoco el film asume el riesgo real de una exploración profunda de los personajes. Por momentos, incluso, produce cierta vergüenza ajena. Pensar que el voyeurismo de la protagonista se traslada a los espectadores creo que es imaginar más de lo que la película propone. Jolie cae en la trampa de las estrellas que se dirigen a sí mismas, no puede evitar que el ego traicione al film, con consecuencias terribles para el resultado final.