Posiblemente Forzen: Una aventura congelada (2013) haya sido la película más exitosa de Disney Animation Studios de la última década, recuperando el terreno que tuvieron en los 90s con las películas de princesas, y que luego fuera desplazado en éxito y crítica por las películas de Pixar, perteneciente a la misma compañía. Y claro, ¿Cómo no iba a tener una secuela?
En esta nueva aventura, Elsa emprenderá una nueva aventura junto a Anna, Kristoff, Sven y Olaf luego de que un extraño sonido -que puede resultar un tanto insoportable para el oído del espectador- la llamara hacia un bosque encantado que la ayudara que descubrirá el origen de sus poderes y el vínculo con su herencia familiar.
Si de algo se caracterizó la primera parte fue en ser una película disruptiva en el género de princesas, al presentar un personaje femenino fuerte que no requiere del típico príncipe encantado que la salvara, e incluso no contar con un antagonista principal. Esta nueva entrega repite esa misma fórmula pero no agrega nada novedoso ni se toma riesgos necesarios para estar a la altura que su antecesora.
Entre lo positivo se destaca los detalles de la animación cada vez más similar a a la de Pixar. Sin embargo, en la trama se sigue notando una gran diferencia entre ambas compañías. Mientras que Pixar se caracteriza por tener como destinatario tanto a niños como adultos, Frozen II, se dirige exclusivamente hacia los niños y es muy probable que los adultos que los acompañen se aburran un poco, más allá de algún que otro gag que puede resultar gracioso.
Otro punto a destacar son las canciones, en especial la simil balada ochentosa “Lost in The Wood” cantada por Kristoff (Jonathan Groff) pero no por eso hay que dejar de lado de que tanta canción, una de seguida de la otra, se vuelve una experiencia cansadora y repetitiva, en especial, porque no agregan mucho a la trama que ya de por si es bastante simple y naif.
Frozen II es una película que cumple, en especial para los niños que la van a disfrutar, pero no deslumbra ni sorprende para los ojos de un adulo, por lo cual, hay que ir con buena predisposición.